El aferramiento de Mario Delgado a la virtual candidatura de Félix Salgado Macedonio (FSM) al gobierno de Guerrero es muy parecido a lo que durante décadas practicó el dominante Partido Revolucionario Institucional (PRI): el obcecarse ante la propia decisión tomada, el temor al efecto de pedagogía social de la reconsideración ante presiones de base y, en este caso, la reivindicación de la legalidad del régimen como excusa o parapeto ante la crítica y la denuncia públicas.
La máxima izquierda electoral mexicana, la que hoy ejerce el poder en el país, sostiene que sólo tienen validez y consecuencias políticas y electorales aquellos casos en los que haya sentencias específicas y no nada más denuncias o procesos judiciales en curso. Así lo planteó en Mexicali, Baja California, el comisionado de Marcelo Ebrard para manejar los asuntos de Morena, ante preguntas de reporteros relacionadas con Salgado Macedonio, acusado de violaciones sexuales y ayer confirmado en Chilpancingo, Guerrero, como virtual candidato a gobernador: “Denuncias puede haber muchas, pero no te puedes convertir en un juzgador; tienes que dejar que la autoridad correspondiente decida en la materia, si no, esto se volvería una guerra de todo tipo en otros casos que podría llevarte a decisiones equivocadas, hay que respetar hasta que la autoridad judicial correspondiente tome una decisión, pero hasta el momento esa persona (FSM) tiene sus derechos políticos vigentes”.
Conforme a la “doctrina” Delgado-Salgado, poco o nada debería señalarse, mucho menos fustigarse respecto a personajes políticos que no tuvieren una sentencia judicial en su contra en materia de corrupción, por ejemplo. En estricto sentido, una apabullante lista de políticos priístas, panistas, perredistas y también morenistas deberían estar ajenos al tocamiento crítico, puesto que no han sido sentenciados.
En el punto específico del senador con licencia Salgado Macedonio, el dirigente formal de Morena, Mario Delgado, sigue abonando el distanciamiento entre el vigoroso movimiento nacional feminista, no partidista pero con expresiones fuertes en el propio seno de Morena, y un partido que en teoría promueve y defiende esas causas de izquierda, aunque su real dirigente máximo sea tozudamente conservador en esos terrenos.
Sin sentencia judicial en mano, pero Morena debería atender los criterios usuales sobre la fama pública de los candidatos y, en el caso de Salgado Macedonio, son tres los expedientes sobre violación sexual que se han presentado, aunque lleguen a terminar en suerte judicial diversa cada cual. En esta temporada electoral se ha insistido en que los partidos se esmeren en evitar aspirantes “impresentables” a cargos de elección popular y Morena debería dar ejemplo rotundo en esta materia.
Corren Delgado y Morena el riesgo de caer en un cinismo político evidente. Ayer, por ejemplo, en la capital de Baja California, el dirigente morenista dijo que “somos promotores de no meter candidatos que hayan sido agresores de mujeres y de abrir espacios políticos para mujeres y que puedan ejercer sus derechos sin ningún tipo de violencia”. También arremetió contra Jorge Hank Rhon, postulado al gobierno estatal por el Partido Encuentro Social (aliado de Morena en otras elecciones), porque “está dentro del mismo bando de complicidades de grupos políticos que han saqueado al estado de Baja California y al país y que quieren regresar porque ya perdieron su privilegio y negocios”, señalamientos que no concuerdan con la “doctrina” Delgado-Salgado, pues Hank, como el enorme cúmulo de saqueadores de este país, no tienen sentencia judicial en contra y son, técnicamente, inocentes o no culpables.
¡Hasta mañana, con Ricardo Monreal que los domingos suele fabricar declaraciones para iniciar la semana política con aires renovadores o salvadores, ahora en insistencia respecto a regular el ciberespacio para defender la libertad de expresión (gulp)!
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