La pesadilla del virus que padecemos no hay duda que tiene relación con lo que le hemos hecho al planeta. Siglos de abusar de la naturaleza con arrogancia, con la falsa certeza de que siempre va a estar ahí y nos está permitido explotarla sin límite alguno, que existe para nuestro uso, abuso y disfrute. Hemos acabado con ecosistemas completos, con especies vegetales y animales.
Un artista y fotógrafo mexicano, Patricio Robles Gil, quien ha dedicado las últimas décadas de su vida a documentar espacios amenazados que dan una “paz infinita”, ahora nos presenta Los rituales de la extinción. Es una exposición notable conformada por más de 50 obras, no sólo de fotografía, sino también escultura, pintura y performance.
Realizada durante los anteriores 10 años, es una protesta artística ante el holocausto ambiental que hemos infligido en el mundo. Las imágenes, muchas, dolorosas y estrujantes, otras que deslumbran por su belleza aunque el mensaje nos conmocione. Es una exposición de la que nadie puede salir indemne.
Robles Gil tiene un profundo compromiso personal con la preservación que lo ha llevado a explorar lenguajes diferentes para alcanzar sus objetivos en los que sobresale crear conciencia. Fundó dos organizaciones sobre el tema: Agrupación Sierra Madre y Unidos para la Conservación. Explica: “Las tierras silvestres están cada vez más fragmentadas y si no las cuidamos van a desaparecer”.
Llevaba más de 15 años como pintor cuando comenzó su trabajo de fotógrafo, una profesión que ve no sólo como un privilegio, sino como una responsabilidad. Ha tomado el reto de fotografiar por lo menos a unas 40 subespecies y considera que va a la mitad del proyecto, ¡y ya lleva 40 años!
En su afán por documentar especies casi extintas ha viajado por todo el orbe y ha vivido experiencias extremas. Su amigo y conservacionista ruso Igor Spilenov supo de su pasión por fotografiar cabras y borregos salvajes y lo llevó a las montañas del Cáucaso, donde tuvieron que subir por un glaciar y acampar durante más de una semana. El fruto es una colección de fotos única en el mundo.
Atrás de sus proyectos suele haber sueños anhelados por años; uno de ellos era fotografiar al jaguar ( panthera onca) en su hábitat natural, en libertad. Los registros fotográficos existentes provenían de zoológicos o de encierros construidos por el ser humano o de trofeos de caza. Durante décadas organizó expediciones para lograr captar ese portento de la evolución biológica; finalmente, llegó el llamado en 2011. El sitio: el río Cuiabá, en el corazón de Mato Grosso, en Brasil, que es de las selvas más densas de la Tierra.
Para Robles Gil fotografiar esos especímenes en su entorno natural –que quizás son los últimos de su especie– es una cuestión ritual, con una fuerte carga de emoción que despierta nuestra sensibilidad a la diversidad de la vida sobre el planeta y el acoso a la que es sometida.
Ahora tenemos la oportunidad de visitar Los rituales de la extinción, en la galería Patricia Conde, un sitio bello y luminoso, en General Juan Cano 68, en la encantadora colonia San Miguel Chapultepec. Es la única galería mexicana enfocada en promover diversas prácticas fotográficas y se ha vuelto un referente en el panorama del arte visual y fotográfico. Desde 2012 ha incorporado la representación y exhibición de fotógrafos internacionales. La dueña pone especial énfasis en garantizar que las copias que se exhiben sean de calidad de museo, aspecto relevante si se adquiere una obra; así, al gozo de la imagen se suman las bondades de una buena inversión.
Por lo pronto, haga una cita para ver si tiene la fortuna que Patricio lo guíe en la muestra o Patricia, la dueña, siempre espectacular, con su elegante sombrero de fieltro y su gran sonrisa. Mientras tanto, visite el nuevo sitio web de Patricio https://www.theextinctionrituals.com/
Para rematar el paseo vamos a Las Mayoras, en Gelati 35; ya el nombre nos anuncia que vamos a comer muy bien. Las auténticas cocineras mexicanas de excelencia son las mayoras. Este lugar gratísimo y alegre, decorado con artesanías de calidad y sillas de colores les rinde homenaje con platillos emblemáticos de distintos estados de la República: mole de Xico, cochinita pibil, alcaparrado campechano y tacos estilo Ensenada, entre otros. Ofrecen comida corrida muy económica y sabrosísima.