Beirut. El gobierno de Líbano condenó ayer los disturbios en las manifestaciones del jueves en Trípoli, consideradas un “sabotaje” no relacionado con protestas cívicas nacionales, y reclamó el arresto de los “criminales” tras el incendio de la alcaldía de esa ciudad y otras instalaciones gubernamentales.
El primer ministro encargado, Saad Hariri, sostuvo que “la caída de Trípoli en el caos y los disturbios busca dañar su imagen”, e insistió en que “los criminales que han causado desorden en la ciudad y en sus instituciones educativas y económicas deben ser llevados ante la justicia”.
Después de tres noches de violentos enfrentamientos, iniciados el lunes, que causaron un muerto y más de 300 heridos, un centenar de personas volvió a las calles el jueves, pero esta vez se detuvieron ante distintas residencias de funcionarios y edificios gubernamentales –como la alcaldía– e intentaron penetrar en ellos antes de que el ejército se los impidiera.
Durante los enfrentamientos, algunos asistentes lanzaron granadas de mano o piedras contra las fuerzas de seguridad, pero éstas respondieron con cañones de agua, descargas de gas lacrimógeno y disparos de munición real.
Ante los intensos enfrentamientos, Hariri calificó los disturbios de “crimen organizado” y señaló que “la responsabilidad incumbe a todos los que trabajan en connivencia para socavar la estabilidad de la ciudad, incendiar sus instituciones, su alcaldía, y ocupar las calles mediante el caos”.
Hariri se preguntó “por qué el ejército vio cómo se incendiaban el serrallo y las infraestructuras sin hacer nada” y señaló que el país “atraviesa una de las fases más peligrosas de su historia”, reportó el diario L’Orient le Jour.
Líbano pasa por su peor crisis económica desde el fin de la guerra civil (1975-1990) y se ha agravado por la pandemia de Covid-19, que está llevando a sectores enteros de la población por debajo del umbral de la pobreza. Para los manifestantes, los repetidos cierres en los sectores económicos fueron el golpe de gracia.
El ministro del Interior, Mohammad Fahmi, comentó: “Lo que sucedió en Trípoli, relacionado con disturbios, ataques a la propiedad privada y el incendio del edificio de las autoridades municipales, es un sabotaje que no mantiene ningún tipo de relación con la ‘revolución de los hambrientos’”.
El presidente Michel Aoun convocó a una reunión del Consejo de Seguridad Central para abordar la situación de los recientes incidentes.