En el acto de escuchar música existen pasadizos secretos, puertas ocultas, ventanas indiscretas, andamios invisibles, laberintos, remolinos, recovecos, hendiduras por donde entra más luz de la que imaginamos.
El compositor alemán Reinhard Febel (1952) tiene la llave mágica para abrir todas esas puertas, subirnos a los andamios, desplegar ventanas, resolver laberintos, desandar remolinos, anidar en recovecos, respirar por hendiduras.
Su nueva composición, titulada 18 Studies on The Art of The Fugue, es un abracadabra, un passepartout, un Phileas Fogg, un Houdini, un abrelatas, un sacacorchos, un destapador, un destornillador. Un pasaporte urbi et orbi.
Es la materia de una novedad discográfica deslumbrante, que lleva el mismo título de su composición, bajo el sello Sony Classical, con la interpretación del Duo Tal & Groethuysen.
Se trata de una obra fascinante que es muchas cosas a la vez: un ejercicio riguroso de composición, una obra que nos hace redescubrir, escuchar de manera nueva, muy nueva, El arte de la fuga, una de las obras maestras de Johann Sebastian Bach; una partitura nueva a partir de una muy antigua; un ejemplo de lo que en artes plásticas y en otras disciplinas se llama “intervención”; un trabajo arduo y fascinante de rescritura; un modelo para armar.
Eso, activar la mente del escucha para que participe en la creación de la obra, es el milagro que crea Reinhard Febel.
El arte de la fuga fue la obra cumbre que ocupó la mente de Bach los últimos 10 años de su vida.
Noche y día reflexionó, dudó, reafirmó, imaginó, construyó, desarmó, elaboró. Creó paso a paso, nota a nota, este monumento: El arte de la fuga, hoy día uno de los referentes de la cultura de Occidente.
La mente de Bach. Ese es el tema que desentrañó Reinhard Febel para lograr una osadía: rescribir una obra cuya escritura ya era perfecta.
Nadie necesita una nueva versión de El arte de la fuga, gracias.
La obra 18 Estudies on The Art of The Fugue no es una nueva versión de El arte de la fuga. Su novedad consiste en un prisma muy brillante; un paralelepípedo exponencial: sus seis caras se multiplican a la ene potencia; un modelo que mejora el concepto de artefactos llamados sinfín, o de movimiento perpetuo; un Anillo de Moebius. Un acto de magia.
¿Qué hizo en realidad Reinhard Febel?
Pasémosle el micrófono: “La música de Bach opera en un idioma relativamente plano. Es música de extrema unidad, virtud que habilita de manera fantástica un aparato consecutivo que reproduce ciertos procesos: puedes añadirle sobretonos, por ejemplo, o bien puedes ponerle cambios de ritmo. Todas las notas que escribió Bach están intactas, no dejé ninguna de ellas afuera. En otras palabras, solamente hice una cantidad de adiciones. Muchos de estos procesos son como las sobrepinturas de Anselm Kiefer o Gerhard Richter”.
Y eso lo podemos corroborar en el momento en que escuchamos este disco, ya nuestra mente opera en automático: compara de manera inevitable lo que escuchamos con el original.
Abro paréntesis para, con el mismo procedimiento de sobrepintar que realiza el compositor Reinhard Febel siguiendo el ejemplo de los pintores Anselm Kiefer y Gerhard Richter, recomendar la escucha de la versión original de El arte de la fuga en la versión del pianista canadiense Glenn Gould, que en lo personal considero la mejor, la más apasionante, la más interesante, la que mejor involucra al escucha para activar las distintas capas de pintura que de por sí imprimió, a la manera de Rembrandt, el maestro Bach.
Dije versión original. No existe. Bach escribió El arte de la fuga como una operación mental. Los últimos 10 años de su vida hizo lo que los monjes budistas: meditar en la modalidad de “meditación de atención consciente”, que consiste en meditar día y noche: la mente está atenta, mientras nuestra vida transcurre normal, naturalmente. Fluimos.
La operación de la mente de Bach está estampada en la partitura que tituló El arte de la fuga y que fue publicada, de hecho, después de su muerte.
Como la sencillez es característica del sabio, Bach decía que la idea de esa obra, en realidad un monumento, era que fuese un conjunto de ejemplos de las técnicas del contrapunto.
El arte de la fuga está integrada por 14 fugas, la última de las cuales, por cierto, quedó incompleta. Además de esas 14 fugas, cuatro cánones, todos sustentados en el mismo tema. Y todo con una apariencia simple.
Ese es otro de los secretos de Bach: vestir con el manto blanco de la simpleza sus obras, siempre de una complejidad endiablada, para lograr un canto espiritual, que en eso consiste toda su obra: un ejercicio espiritual cuya herramienta es la misma que la de los budistas: entrenar la mente.
De las 14 fugas, cuatro de ellas son “fugas simples”, y las tituló Bach así: Contrapuctus I-IV; otras tres fugas, con respuestas invertidas (Contrapuctus V-VII); luego, cuatro fugas dobles y triples (Contrapuctus VIII-XI); dos fugas espejo (Contrapuctus XII-XIII) y una Fuga cuádruple inconclusa (Contrapuctus XIV).
El aparato abunda en senderos fascinantes. Por ejemplo, los cuatro cánones que incluye El arte de la fuga son explícitos en sus procederes desde sus títulos: Canon per Augmentationem in contrario motu; Canon alla Ottava; Canon alla Duodecima in Contrapunto alla Quinta; Canon alla Decima in Contrapunto alla Terza Contrapuctus XIV, que es una fuga a tres temas, el tercero de los cuales está considerado en el motivo o tema BACH: cada una de las letras del apellido del compositor corresponden, en notación alemana, a las notas Si bemol (B), La (A), Do (letra C) y Si (letra H) = BACH.
Ese ejercicio de la mente, el de hacer corresponder las letras del apellido Bach, es práctica amada por distintos compositores, en especial quienes reconocen en Bach el origen de la música de Occidente, como Arvo Part, quien tiene una composición titulada así: B A C H, en atención a las notas que corresponden a esas letras.
El arte de la fuga está considerada como la composición más teórica de Bach. Eso también es corroborable a la hora de escucharla, en especial, dije ya, en la versión de Glenn Gould.
También dije que no existe versión original. Lo que pasa es que Bach lo pensaba como un ejercicio de la mente. Y bueno, su instrumento de cabecera, válgase el juego de palabras, era el piano.
Bach siempre tuvo en mente un teclado en el momento de pensar música.
Esa ausencia de indicación del autor ha dado pie a las versiones más disparatadas, pero el consenso apunta al órgano monumental, que es el aparato donde a diario Bach elaboraba improvisaciones interminables, magistrales, alucinantes, viajaba literalmente mientras la iglesia se llenaba de gente o se vaciaba y ocurrían misas y bautizos e introitos y ceremonias de distinta ralea mientras él estaba concentrado en lo suyo: entrenar la mente, mientras sus dedos recorrían las distintas hileras de teclas y sus pies hacían chirriar los sistemas de pedales.
De manera que existen versiones de El arte de la fuga para órgano, clave, clavecín, clavicordio, pianoforte y, por supuesto, piano moderno.
Las versiones que recomiendo de El arte de la fuga con Glenn Gould se consiguen en Spotify, para órgano monumental y para piano moderno. Por cierto, en el primer caso, hay momentos tan alucinantes que parece estamos escuchando un sintetizador Moog y no un órgano de iglesia. Uf.
Desandemos el laberinto: el compositor alemán Reinhard Lebel escribió sus 18 Estudios de El arte de la fuga para dos pianos, por encargo de los integrantes del Duo Tal & Groethuysen, que ya había demostrado sus habilidades en ese territorio con la versión para dos pianos de las Variaciones Goldberg, de Bach, escrita por Joseph Rheinberger, revisada por Max Reger.
Yaara Tal y Andreas Groethuysen, integrantes del Duo que lleva sus apellidos, hacen del disco que hoy recomendamos un viaje interestelar, una aventura fascinante, un rompecabezas que arma cada quien al escucharlo, un andamiaje invisible que el escucha arma y desarma a placer, un óleo sobre otro óleo sobre otro óleo a la manera de los pintores favoritos del escucha.
Porque el escucha es dueño y soberano de su mente y Bach, con Siddartha Gautama (Buda), es el maestro supremo del arte de entrenar la mente.
El disco que hoy recomendamos con mucha alegría y harto entusiasmo, es un delicioso ejercicio para entrenar la mente.
Es una linda aporía: el arte de la fuga practicando el arte de no evadir. El acto de enfrentar. Porque la mente es poderosa. Es invencible.
Que la música de Bach nos represente.