El Censo de Población y Vivienda 2020 es el ejercicio estadístico más importante que realiza el país, permite conocer el volumen, distribución, estructura y movilidad territorial de la población, así como las principales características de las viviendas y personas que las habitan. Una de sus ventajas frente a las encuestas es que el levantamiento del censo es oportunidad única para contemplar a la población que reside en las comunidades más pequeñas y aisladas.
Además del desafío que siempre implica un censo, en esta ocasión el Inegi enfrentó una situación inédita: realizar muchas de las entrevistas domiciliarias cuando la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2 empezó a extenderse entre la población mexicana. Tuvieron que recurrir a llamadas telefónicas y al llenado de cuestionarios en línea. Hay que hacer un gran reconocimiento a todo el personal del instituto por el esfuerzo realizado y por el ritmo al que tuvieron que trabajar para contar con los principales resultados el 25 de enero.
Para la Secretaría de Gobernación los resultados del Censo de Población y Vivienda es el punto de partida para desempeñar una de las principales funciones del Conapo: la elaboración de las proyecciones de la población de México y de las entidades federativas. Estas proyecciones permiten a las instituciones gubernamentales diseñar, instrumentar y evaluar las políticas públicas; precisar y anticipar la evolución de la población, definir prioridades y apoyar la toma de decisiones, planificar y consolidar acciones encaminadas al bienestar económico y social de la gente.
Comparto algunos comentarios sobre las cifras que publica el Inegi: no nos sorprende el volumen reportado por el censo; la población total de 126 millones 14 mil 24 muestra una diferencia de 1.41 por ciento respecto de la estimada en las Proyecciones de Población de México 2016-2050 realizadas (se estimaban 127 millones 792 mil 286 en 2020), y tal como fue proyectado, la población de Jalisco supera por poco a la de Veracruz. Llaman la atención algunas discrepancias respecto al volumen de población de Campeche, Colima y Tabasco, donde el censo reporta 7-8 por ciento menos habitantes que los proyectados, lo contrario ocurre en Quintana Roo, Querétaro y Baja California, donde el volumen es mayor en 7.3, 3.8 y 3.6 por ciento, respectivamente.
Interesante el descenso de 5 por ciento de población católica de 82.7 a 77.7 por ciento y el aumento de personas sin religión, de 4.7 a 8.1. En lo que corresponde a la fecundidad, el documento confirma la tendencia decreciente que se observa décadas atrás, en gran parte, se atribuye al uso de métodos anticonceptivos desde la década de los 70, así como al ingreso de más mujeres al mercado laboral y a niveles más altos de escolaridad. La tasa promedio de 2.1 hijos por mujer (la proyectada era de 2.08) alcanza ya la tasa de remplazo. Es un hecho, México ya tiene la tasa mínima necesaria para que la población se mantenga en el tiempo sin disminuir su volumen (migraciones aparte).
En términos de migración interna el censo detecta aumento, 1.8 millones de personas viven en una entidad federativa distinta a la que nacieron y la movilidad entre municipios se mantuvo estable. Se confirma el avance en la concentración de la población (más de 80 millones) en zonas metropolitanas (ZM), 17 metrópolis rebasan un millón de habitantes, en 2015 se estimaron 13. La ZM del Valle de México (21.8 millones) sigue en primer lugar, pero de acuerdo con el censo la de Monterrey subió al segundo puesto (5.34 millones) y la de Guadalajara descendió al tercer lugar (con 5.27 millones). Como inmigración internacional se reporta 1.2 millones de personas, eran 961 mil en 2010; casi dos tercios (65.8 por ciento) nacieron en Estados Unidos, otras 415 mil inmigraron de Guatemala (56 mil 810), Venezuela (52 mil 948), Colombia (36 mil 234) y Honduras (35 mil 361).
Corresponde al Conapo valorar la información del censo, analizarla y conciliarla con otras fuentes. El estudio prospectivo tendrá que corregir la posible subenumeración y subcobertura, así como posibles fallas en la declaración de la edad y de nacimientos. Las proyecciones para las próximas décadas tendrán que tomar en cuenta el efecto de la contingencia sanitaria y de la debacle económica, toda vez que los fenómenos demográficos se verán directamente afectados. La estimación de las proyecciones implicará una labor técnica mucho más compleja: estimar las tasas de mortalidad, clarificar las posibles consecuencias por el Covid-19 y muertes pos-Covid, calcular el comportamiento futuro de la morbimortalidad y los años o el periodo que afectará la esperanza de vida. Tampoco tenemos certeza sobre los efectos en la fecundidad y en la migración. Para contar con una línea base sólida y diseñar las nuevas proyecciones de la población de México 2021-2100 se creará un equipo multidisciplinario, se llevarán a cabo mesas de trabajo con académicas/os y representantes de las instituciones, para plantear hipótesis y estimaciones de los componentes demográficos, y generar los escenarios de la evolución futura de la población.
* Secretaria general del Conapo
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