Tras un largo cuan intenso año de crisis, en materia económica hasta ahora son más los mensajes de ánimo y optimismo oficial (en México y el mundo en general) que los resultados medianamente alentadores en la materia, los cuales, sin dejar de lado el brutal peso específico que la pandemia ha tenido en el balance, se mantienen en el nada atractivo –para estos menesteres– color rojo intenso, con tendencia cianótica.
Para el caso mexicano, las cifras más recientes (Inegi) revelan que en 2020, si bien sería algo menor a la originalmente proyectada, el desplome económico alcanzó una proporción verdaderamente delicada y el avance estimado para 2021 no resultaría suficiente para compensar la caída del año previo. Este ejemplo se repite en todo el planeta, salvo en el caso chino, que reporta cifras positivas con todo y pandemia.
Al respecto, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico –de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes– recuerda que a lo largo de los pasados 40 años México no logró encontrar la fórmula para mejorar el funcionamiento de su sistema productivo. En 30 de ellos, el modelo neoliberal precarizó una economía que previamente había vivido una década perdida: se conjuntó la falla de dos estrategias distintas de política económica. ¿Resultado?: el aumento promedio anual de sólo 2.5 por ciento del producto interno bruto (PIB). Por si fuera poco, la irrupción del Covid-19 exacerbó la falla estructural.
En el balance, y de acuerdo con la información del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE), en noviembre pasado la actividad productiva disminuyó 3.5 por ciento, la caída consecutiva número 17 y la número 20 en los pasados 24 meses. El promedio en este último periodo fue de menos 4 por ciento y el de 2020 –hasta el undécimo mes– de menos 8.5 por ciento.
Con dicha información a la mano, queda claro que en noviembre pasado la actividad industrial del país retrocedió 3.3 por ciento y 10.8 por ciento en los primeros 11 meses de 2020, con lo que dicho indicador acumuló 21 variaciones negativas consecutivas. El sector de los servicios (11 descensos al hilo) disminuyó 4.5 en noviembre y 8 en el promedio anual. Y dichas proporciones se registraron antes de que 10 entidades de la República entraran a semáforo rojo (diciembre pasado), las cuales representan 53 por ciento del PIB nacional.
De acuerdo con las tendencias, se espera que la fase negativa de la economía mexicana se prolongue hasta el próximo mes de marzo. A partir de abril comenzaría el periodo de recuperación estadística: una baja base de comparación respecto del segundo trimestre de 2020 y un incremento sostenido de las exportaciones ayudarán a alcanzar números positivos. No obstante, se deberá observar que dicho avance será temporal y que implica un cambio estructural que se ha gestado. ¿Cuál es la afectación sobre los sectores económicos? De entrada, es claro que el de la construcción no muestra signos de recuperación, cuya repercusión afectará rápidamente a otras 50 ramas de la economía.
El avance del Covid-19, la aparición de nuevas cepas aparentemente más virulentas y sus efectos negativos sobre la economía son elementos suficientes para considerar su combate un tema de seguridad nacional. De igual forma, se debe observar que el éxito en el combate a la pandemia pasa por tener un sólido desarrollo industrial: ante la demanda global, no hay capacidad de las importaciones para satisfacer las necesidades de México, por lo que se requiere un fomento industrial que impulse la producción de insumos, equipos y medicamentos para la atención de la salud, al mismo tiempo que un programa de desarrollo industrial para la economía nacional. México no debe rezagarse más.
Las rebanadas del pastel
Ante el cúmulo de noticias falsas y la permanente difusión de comentarios imbéciles sobre “la llegada del comunismo” intravenoso, el secretario de Hacienda subraya: “No estamos comprando vacunas de segunda; la técnica utilizada por los rusos (Sputnik V) es idéntica a la de AstraZeneca”. Entonces, el problema real y notorio es que tenemos legisladores y opinadores de quinta, con nulo conocimiento y exceso de mala leche.