“Ciudad de México. La lengua es la manera de expresarse, la palabra, la letra, la vida misma, y lleva así la historia de la humanidad; ahí entra la relevancia de la Academia Mexicana de la Lengua (AML): la posibilidad de creación de nuevas palabras”, expresa Angelina Muñiz-Huberman a propósito de su nombramiento en la séptima silla en esa institución, lugar precedido por el historiador Miguel León-Portilla, fallecido en 2019.
La decisión de su nombramiento se dio a conocer el 14 de enero; a partir de ese momento, la poeta y ensayista deberá participar en las próximas 10 sesiones de la academia, con voz, pero sin voto. Al cumplir ese periodo, ofrecerá su discurso de ingreso.
En entrevista con La Jornada, la catedrática señala que es un gran honor y una responsabilidad, pues se trata de una “reunión entre pares. A todos nos interesa lo que el otro está escribiendo o investigando; es parte de nuestra profesión y luego va a redundar en toda la sociedad.”
Acerca de que pocas mujeres se hayan incorporado a la AML, la ensayista piensa que “siempre ha existido el predominio masculino sobre el femenino, es lo que se está empezando a corregir. Desde el siglo XIX, con las feministas en Inglaterra y en otros países, surgieron dudas respecto del acceso desigual a las profesiones, ¿por qué no?
“Es un arma para despreciar que no se les permitiera. Aún en este siglo, no dejan entrar a mujeres en las orquestas de Alemania.”
La investigadora también recuerda a Marie Curie, ganadora dos veces del Premio Nobel (física y química), y a Sor Juana Inés de la Cruz, “¿qué pasó con ella? Que no pudo entrar (a la universidad) aunque se vistió de hombre.
“Ahora, los nuevos gobiernos están tratando de poner a muchas mujeres en puestos claves; acabamos de ver en Estados Unidos a la primera mujer vicepresidenta, ¡la primera!, después de una historia que data del siglo XVIII, cuando fue la independencia de ese país.
“Por eso el lenguaje incluyente es uno de los temas contemporáneos que están ahora muy vivos y hay que estudiarlo muy cuidadosamente, hasta llegar a un consenso.”
Para la autora de Seudomemorias, la AML debe “corregir si hay algún defecto, estar muy atentos a cuál es la palabra más adecuada que luego será incorporada o aceptada, agregar modismos, vocablos, expresiones, reglas, pero también acepciones; que el diccionario siga creciendo enriquece la lengua.
“Una academia de la lengua no es tan rígida como a veces se piensa, sino que está abierta, es flexible, viva, con una visión sumamente amplia. En el caso de la mexicana se incorporaron otras disciplinas como la ciencia, la astronomía, la medicina y la música, porque tienen su lenguaje propio y continuamente se están modificando; hay muchas posibilidades de trabajar la lengua.”
Reflejo de lo íntimo
Durante la charla vía telefónica, Muñiz-Huberman reitera que el lenguaje “es lo que uno quiere hacer en libertad totalmente y, al mismo tiempo, hay reglas que cumplir para enseñarla o transmitirla. La adaptación y la tolerancia son justo lo que la lengua refleja: lo más íntimo, lo más profundo del hombre, porque es como se comunica.”
De acuerdo con Muñiz-Huberman, las primeras academias –la francesa, después la española– tenían la idea de hacer de la lengua “algo de carácter humano, de los pueblos, algo muy vivo, latente. La historia del verbo viene desde la creación, el Génesis, la época bíblica, cuando la divinidad, al emitir una palabra, hace aparecer al ser vivo, desde los animales hasta finalmente el hombre y la mujer; es muy interesante cómo ha tenido esta dimensión sagrada la palabra.”
Inspirada, la autora define a la lengua como “ritmo y arritmia, es música porque también hay que pensar que las primeras muestras literarias de las culturas universales estaban unidas a la música, al ritmo, al canto; eran para ser cantadas, no eran para ser leídas.
“Llevan su ritmo, verso, canción, es la vida misma, la fisiología humana, como la respiración. Cuando hablamos no nos damos cuenta, pero hacemos pequeñas pausas para tomar aire y poder seguir, porque si no, nos asfixiamos”, concluyó.