Ciudad de México. México aprobó un presupuesto “conservador”, sin cambios de política financiera por la crisis, y el riesgo es una recuperación más débil, opinó el Fondo Monetario Internacional (FMI). El organismo calcula que la deuda del país se incrementó casi diez puntos porcentuales el año pasado y así se mantendrá en 2021.
Calculó que el endeudamiento mexicano aumentó de 53.3 por ciento del producto interno bruto (PIB) a 63 por ciento el año pasado y, con ello, el déficit del balance fiscal lo hizo hasta 5.2 por ciento.
Si bien el FMI prevé que este año la deuda se mantenga en los mismos niveles que el pasado, el déficit se podría reducir a 3.4 por ciento, muestra la actualización del Monitor Fiscal.
No es un hecho particular de México. Se prevé un incremento general de la deuda mundial derivado de los programas de apoyo que se desplegaron en diversas economías. Sólo entre 2019 y 2020 el endeudamiento global tuvo un aumento de 14.1 puntos porcentuales.
“El apoyo fiscal mundial de 14 billones de dólares ha contribuido a salvar vidas y medios de subsistencia y ha mitigado los efectos de la pandemia en el consumo y la producción. Junto con la contracción económica que ha provocado menores ingresos, dicho apoyo ha provocado un aumento de la deuda pública y el déficit”, abundó.
Se estima que la deuda pública mundial alcanzará cerca del 98 por ciento del PIB a fines de 2020, en comparación con el 84 por ciento que para la misma fecha tenía calculado el Monitor Fiscal publicado en octubre de 2019.
El organismo reconoció que las respuestas fiscales dependieron del acceso al financiamiento. En promedio, los déficits en 2020 se proyectan en 13.3 por ciento para las economías avanzadas; en 10.3 por ciento para las de mercados emergentes y de 5.7 por ciento para las de bajo ingreso.
Los déficits más altos en las economías avanzadas se explican por los aumentos en el gasto y la disminución de los ingresos; en las economías de mercados emergentes, ingresos medios y de bajos ingresos, el fenómeno responde en gran medida al “colapso de los ingresos” causado por la baja en la actividad económica, explicó.
El Fondo detalló que el año pasado casi todas las economías avanzadas ofrecieron un gran apoyo fiscal para contrarrestar la crisis sanitaria y sus consecuencias económicas, por un total de 11.8 billones de dólares.
En los Estados Unidos se brindó asistencia del 14.8 por ciento del PIB a hogares, empresas y gobiernos estatales y locales en una primera etapa; y en diciembre se promulgó un nuevo paquete de estímulo fiscal federal equivalente a 4.3 por ciento.
“A pesar de las nuevas medidas de apoyo, se prevé que la postura fiscal en los Estados Unidos se endurezca en 2021 en medio de la debilidad del mercado laboral y un récord de muertes por Covid-19”, agregó en el documento.
En contraste, los países de ingresos bajos buscan liberar parte de su deuda para frenar la pandemia. A finales de diciembre de 2020, 45 países, poco más del 60 por ciento de los elegibles, habían solicitado que se les considerar en la Iniciativa de Suspensión del Servicio de Deuda. Esto se tradujo en 5 mil millones de obligaciones congeladas, según lo informado por las economías del G20.
En este contexto, el organismo recalcó que la política fiscal debe apoyar una recuperación sostenible y facilitar la transformación hacia una economía verde, digital e inclusiva, mientras se gestionan los riesgos fiscales y financieros. “Ahora se necesitan marcos fiscales creíbles a mediano plazo, especialmente cuando la deuda es alta y las condiciones de financiamiento son estrictas o están en riesgo”, subrayó.