Desde su inicio en la Casa Blanca en enero de 2017 y hasta el ultimo minuto del 20 de enero de 2021 Donald Trump lanzó una ofensiva que acumuló más de 160 iniciativas para desactivar, revertir o anular toda regulación, ley o norma a favor del medio ambiente o contra el deterioro climático y de la biodiversidad en curso, de gran impacto por ser la de EU la mayor entre las 10 primeras economías en acumulación de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera entre 1750 y 2010.
La política de Trump, regresiva de leyes y normas de sus antecesores fue vasta, centrando la atención en las iniciativas de Obama (2009-2017), que aunque limitadas ante la magnitud del desequilibrio energético del orbe, formalizaron pasos importantes y efectivos en materia de diplomacia climática y nuclear, y de regulación ambiental, lo cual contrastó con su continuismo del atroz belicismo Bush-Cheney en el golpe contra Manuel Zelaya, el presidente legítimo de Honduras, en junio de 2009 seguido de la incalificable destrucción de Libia.
En su campaña Obama fue crítico severo del desborde especulativo y de desregulación bancario-financiero que estalló en 2008, pero una vez elegido se sometió a esa línea vía nombramientos, también celebrados por el uno por ciento más rico de EU y el mundo, con mil millonarios dividendos, pero de cruel impacto para cientos de millones de dentro y fuera de EU, lanzados a la pobreza, desigualdad y desempleo.
En sus primeros años Obama cometió graves errores ambientales. Después de la gran explosión del yacimiento Macondo en el Golfo de México, con 11 trabajadores muertos en la plataforma Deep Water Horizon de BP, Obama otorgó el primer permiso de perforación en aguas profundas en el Bloque 519, cercano a donde se hundió esa plataforma. Recuérdese que es una zona con bolsones de metano en enorme concentración y explosividad, lo que llevó al oceanógrafo John Kessler, a exclamar: “es la erupción de metano más vigorosa registrada en la historia humana moderna” (“El Macondo del Golfo”, La Jornada 1/7/2010).
En lo positivo, luego de su relección, Obama abrió brechas urgentes y necesarias impulsando una diplomacia climática y seria, formalizada en el Acuerdo de París (2015) y el acuerdo nuclear con Irán, endosado junto a Rusia, China, Inglaterra, Francia Alemania y abrazando leyes protectoras del agua y aire de EU.
El arribo de Trump a la Casa Blanca, para júbilo de bancos e inversores en combustibles fósiles, significó la regresión en materia científica, de protección ambiental y de regulación de emisiones de GEI, preponderante fuente del calentamiento planetario, entre otros el dióxido de carbono y el metano
Desde la era industrial esos GEI gestan un quebrantamiento metabólico entre el orden social prevaleciente (capitalismo fósil) y un planeta que impone límites a lo que es una acumulación capitalista de impactos catastróficos. Su orden de magnitud fue abordado por James Hansen de la Universidad Columbia al explicar a una Corte del estado de Oregón que el calentamiento “está cercano a los 0.6 watts por metro cuadrado como promedio para el planeta”. Hansen agregó: “no sé si esto dé una idea… sobre la escala de lo que está ocurriendo”. Luego, en referencia a la energía solar que esos GEI acumulan en la Tierra, explicó: “Puedo decir que el exceso de energía es de 300 billones ( trillions) de joules por segundo. Pero esa inmensidad puede ser insuficientemente evocativa. Resultaría igualmente válido decir que el desequilibrio de energía de la Tierra sería el equivalente a explotar diariamente 400 mil bombas atómicas como la lanzada sobre Hiroshima los 365 días del año. Esa es la cantidad de energía que la tierra obtiene cada día por nuestro uso de la atmósfera como basurero de nuestros desechos de gases con efecto invernadero (carbon pollution )”( “Capitalismo y colapso climático”, La Jornada 14/4/2016).
National Geographic ofreció una lista de las medidas que tipifican a Trump como cabildero de los combustibles fósiles. He aquí algunos ejemplos organizados conforme fueron pasando los meses de sus largos y ominosos meses en la Casa Blanca (el término “ominoso” no se restringe a Trump).
Su fama de negacionista era amplia, desde diciembre de 2016 con la confirmación de su candidatura, se registró una silenciosa movilización de científicos para proteger y colocar a salvo sus bancos de datos. El 20 de enero de 2017, día de su investidura, el Servicio Nacional de Parques (que resguarda millones de hectáreas de tierras federales) hizo manifiesta su preocupación por el arribo al Ejecutivo de un magnate de los negocios de bienes raíces con concesiones a mano.
Al instante de asumir el mando Trump aprobó criticados oleoductos y prohibió el uso del término “cambio climático” en comunicaciones electrónicas de la Casa Blanca. En respuesta hubo gran manifestación “por laciencia”.
Continuará
(Por la pronta recuperación de AMLO) .
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