Thomas Friedman, tres veces ganador del Premio Pullitzer y columnista del diario The New York Times, expuso los riesgos económicos globales que implican los “rescates” de los gobiernos a grandes corporaciones y empresas, en el marco de la pandemia de Covid-19.
Estamos, de acuerdo a Friedman, en una nueva era de tasas de interés permanentemente bajas, que hacen pensar que los déficits fiscales no importan mientras se pueda pagar el servicio de la deuda, en aras de que los gobiernos sigan expandiéndose y combatan recesiones.
“Las grandes compañías se están volviendo gigantescas y monopólicas en este entorno de dinero fácil y barato. Y esto no se da solamente porque el Internet ha creado un mercado en el que el ganador se lleva todo –lo que ha permitido que compañías como Google, Amazon, Facebook y Apple amasen flujos de efectivo superiores a las reservas de muchas naciones–, sino porque estas empresas pueden aprovechar fácilmente su inflada capitalización de mercado para comprar competidores y talento, excluyendo a las empresas más pequeñas”, planteó en un artículo en el rotativo.
Esta dinámica económica tiene nombre, de acuerdo al jefe de estrategia global de Morgan Stanley, Ruchir Sharma, citado por Friedman: “socialismo para los ricos y capitalismo para el resto”.
Sharma agrega que el “socialismo para ricos y capitalismo para el resto” se da cuando la intervención del gobierno hace más por estimular los mercados financieros que la economía real: “el dinero fácil sumado a generosos rescates, alimenta la creación de monopolios y mantiene con vida a empresas altamente endeudadas, a expensas de pequeñas compañías y emprendedores, que son quienes verdaderamente promueven la innovación”, agrega Sharma.
La mejor evidencia –complementa Friedman– está en 2020: en medio de la pandemia que ha colapsado empleos y pequeños negocios, el mercado de valores ha llegado a sus niveles más altos. Eso no está bien.
Friedman y Sharma coinciden que mientras los gobiernos sigan involucrándose de esa manera en eliminar recesiones, las recuperaciones de la economía serán más débiles y se requieran cada vez más estímulos fiscales para tratar de empujar el crecimiento, lo cual hace más frágil el sistema económico.
“Ahora que tantos países, empezando por Estados Unidos, han incrementado masivamente la carga de la deuda, vale recordar que si tenemos un pequeño incremento en la inflación de sólo 2 por ciento, la cantidad de recursos públicos que deberán destinarse al servicio de la deuda será tan grande, que quedará muy poco para gastar en educación, investigación o infraestructura”.
A contrasentido de lo que otras economías han aplicado para enfrentar la crisis económica, y lo que ha propuesto la cúpula del sector empresarial, el gobierno de México ha mantenido una política de austeridad, reducción del déficit público y fortalecimiento de la recaudación.