Ciudad de México. Para Alma Rosa Ugalde y Jenni Morones, la muerte es parte de su trabajo. Revisan actas de defunción y documentos personales, hacen recibos y organizan los tramites de funerarias y familiares que acuden al Panteón de Xilotepec en Xochimilco.
Ahora, la muerte es parte de su vida. Las 24 horas del día, los siete días de la semana. La demanda es tal que tan solo en el crematorio se pasó de dar 4 servicios diarios a 32 en los picos más altos de la pandemia por Covid 19. Mas la lista de espera de tres o cuatro días.
“Hay mucho trabajo y nos da miedo que si regresamos a nuestras casas, podamos contagiar a nuestra familia, ya que esta es un área de contacto de alto riesgo”, coinciden.
Alma y Jenni, encargadas del módulo de atención de este Panteón duermen en un área acondicionada para ellas, comen ahí, se lavan los dientes y descansan ahí.
“Tenemos personas mayores en casa y si uno no los cuida…Aquí nos ha pasado que jóvenes que se fueron de fiesta, contagian a los abuelitos y a los ocho días nos los traen. Es una culpa que no los va a dejar. Nosotras que estamos aquí, no lo entendemos” cuenta Alma.
Ella no ha podido ver a su mamá, a su hijo ni a su nieto. Lo conoce porque nació el pasado febrero y estuvo unos meses con él. Ahora Alma coordina los asuntos familiares con llamadas telefónicas y ahí mismo deja los abrazos y besos para sus queridos.
“Cuando no estas en tu casa, valoras las cosas más pequeñas como acostarte en tu cama, estar cada minuto con tu familia…Si todos nos cuidáramos, nos quedáramos en casa, no estaríamos viviendo esto.”
Aunque Jenni recibe con eficiencia documentos atrás del vidrio que las separa de las dolientes, que llegan sin cesar, en cuanto se sienta a platicar de su situación, se le quiebra un poco la voz.
“Nosotros trabajamos de lunes a domingo. Mi último descanso fue antes de que empezara esto”.
A pregunta expresa, Jenni reconoce que en verdad se siente ya muy desgastada e incluso a veces toma vitaminas. “El cansancio es mucho, sólo vi a mi familia en diciembre cuando falleció mi mamá por otra enfermedad. Fui un rato al sepelio y ya”.
A veces ve a su hijo, cuando pasa por la zona y se saludan de lejos, pero su contacto físico no ha pasado de ahí.
—El no regresar a tu casa es una decisión personal que tu tomaste?
“Si, porque es mi trabajo y aquí no hay mucho personal que haga esta labor. Los que estaban son de la tercera edad y ellas tienen que estar resguardadas y nosotros estamos comprometidas con el trabajo, contesta.