Río de Janeiro. Miles de brasileños salieron a las calles ayer por segundo día consecutivo para exigir un juicio político contra el presidente Jair Bolsonaro, a quien acusan de ser débil ante la pandemia del Covid-19, que ha matado a más de 217 mil personas en el país, donde los contagios llegan a casi 9 millones.
GALERÍA: La pandemia genera protestas en diversos países.
Manifestantes en automóvil desfilaron por las calles de Río de Janeiro, Sao Paulo y unas 10 ciudades más tocando el claxon, mientras otros iban a pie gritando: “¡Vete, Bolsonaro!”
Las protestas de ayer fueron convocadas por grupos conservadores que alguna vez apoyaron al presidente, mientras las del sábado eran de la izquierda.
“Cuando Bolsonaro llegó, votamos por él porque nos parecieron interesantes sus propuestas, pero hoy la situación por la pandemia es terrible”, señaló Meg Fernandes, ingeniera de 66 años que se unió a la protesta en Río.
Agregó que se sentía consternada por la situación en la ciudad norteña de Manaos, donde hay lista de espera para camas en cuidados intensivos y escasez de oxígeno médico, que ha llevado a la muerte de decenas de personas y obligado al traslado de pacientes y bebés prematuros a otras regiones del país.
Un reciente brote epidémico en Manaos, que fue uno de los primeros lugares gravemente afectados por el virus durante la primera ola, se convirtió en otra falta del gobierno ante el coronavirus. La ciudad, en lo profundo de la selva amazónica, se quedó sin oxígeno la semana pasada, dejando a los hospitales dependientes de cilindros del mercado negro o tanques importados de Venezuela, nación sometida a severas sanciones por Estados Unidos y cuyo gobierno encabezado por Nicolás Maduro no reconoce el presidente de Brasil.
Bolsonaro, quien está a mitad de su periodo de cuatro años, se ha enfrentado a nuevas críticas en semanas recientes no sólo por la crisis en Manaos, sino por demorar en lanzar la campaña de vacunación contra el Covid-19. Desde hace mucho el presidente rehúsa aplicar las medidas de cuarentena con el argumento de que el daño económico sería peor que la enfermedad.
La vacunación contra el Covid-19 corre el riesgo de sufrir un frenazo apenas comenzada, en plena segunda onda de la pandemia, debido a errores de gestión del gobierno para garantizar insumos, alertan expertos.
El Plan Nacional de Inmunización se inició hace una semana, tras la autorización para el uso de emergencia de 6 millones de dosis de la vacuna china CoronaVac y 2 millones de la británica AstraZeneca/Oxford, que después de varios retrasos llegaron a Brasil el viernes desde India, donde se fabrican.
Miles de manifestantes marchan contra Jair Bolsonaro en #Brasil
— DW Español (@dw_espanol) January 25, 2021
Decenas de autos y personas a pie desfilaron por las calles de #RiodeJaneiro, #SaoPaulo y otras ciudades del país para protestar contra el manejo de la pandemia del gobierno de #JairBolsonaro. [mc] pic.twitter.com/ldRLx2MFZe
El Instituto Butantan de Sao Paulo, asociado al laboratorio chino Sinovac que elabora la CoronaVac, también recibió la autorización para otras 4.8 millones de dosis.
Las dos vacunas requieren doble inoculación y están destinadas a grupos prioritarios (personal de salud, ancianos e indígenas). Una vez agotadas, la inmunización de este país de 212 millones de habitantes dependerá de la importación de insumos desde China, tanto para la CoronaVac como para la AstraZeneca.
Pero ya el martes sonaron las alarmas por retrasos en los envíos, en momentos en que la enfermedad vuelve a propagarse con balances de más mil muertos diarios.
“Si esos insumos no llegan, vamos a tener que interrumpir la campaña”, admitió la vicepresidenta de la Sociedad Brasileña de Inmunología, Isabella Ballalai, en declaraciones para la agencia Afp.
Tras negarse repetidamente a adoptar medidas de contención y afirmar que el Covid-19 era “una gripita” –lo que llevó a Brasil a ocupar el segundo lugar con mayor número de muertes por el virus, sólo después de Estados Unidos–, Bolsonaro terminó 2020 con una buena calificación en las encuestas, impulsado por un generoso paquete de ayuda fiscal ante el coronavirus.
Sin embargo, enero ha sido menos amable. El programa de asistencia social terminó, dejando a muchos brasileños pobres varados mientras una segunda ola de la pandemia gana fuerza en la nación sudamericana.
El apoyo a Bolsonaro, quien superó el Covid-19, ha sufrido su mayor caída desde el comienzo de su gobierno en 2019, reveló el viernes una encuesta de Datafolha. Su administración fue calificada mala o terrible por 40 por ciento de los encuestados, en comparación con 32 por ciento a principios de diciembre.
Pero la mayoría de los brasileños rechaza que sea impugnado, según una segunda encuesta de Datafolha. El estudio arrojó que 53 por ciento está en contra de que el Congreso lo someta a juicio político, frente a 50 por ciento en una encuesta anterior.