Luego de la reapertura limitada de los restaurantes en terrazas y superficies al aire libre, personas que se desempeñan como meseros, valets y recepcionistas apenas han logrado recuperar entre 30 y 50 por ciento de sus ingresos comparado con los que percibían antes de empezar la emergencia sanitaria.
Con el cierre de los establecimientos por el semáforo epidemiológico rojo y la restricción de sólo dar servicio para llevar y entregas a domicilio, muchos enfrentaron despidos y para mantener el empleo se turnaron los días de trabajo con otros compañeros, situación que en algunos casos persiste.
Julio César Mesa fue despedido en abril del año pasado junto con otros trabajadores más del restaurante Palominos, permaneció desempleado cuatro meses y logró reinstalarse en La Poblanita de Tacubaya, donde ya había laborado antes, con la reapertura gradual de los restaurantes en julio pasado.
A partir del lunes, cuando reabrieron con cuatro mesas en el exterior, la afluencia ha sido escasa, “seis, a lo mucho ocho mesas al día, con dos personas. La gente tiene miedo de salir”.
Recuerda que antes de la pandemia llegaba a obtener hasta 3 milpesos en una semana y en la anterior reapertura hubo días en que sólo se llevó 600.
Roberto Domínguez, quien es mesero de la cantina restaurante La Ribera, en la colonia Doctores, es uno de 12 trabajadores que todavía realizan esa función; antes de la pandemia eran 18 todos los días y con la reapertura sólo laboran cinco, por lo que se turnan los días a fin de preservar el empleo.
Durante el confinamiento, para subsistir “apretándonos la panza”, echó mano de los ahorros, el apoyo que recibía del restaurante y las propinas que dejaban los clientes que iban por pedidos.
Elizabeth Sánchez es madre soltera, además de su hija de siete años depende de su ingreso su abuela, que en casa es quien la apoya con el cuidado de la menor.
Con más de siete años de laborar en una sucursal del corporativo Los Bisquets Obregón, el restaurante mantuvo su servicio de entregas a domicilio y aunque preservó su salario, el no acudir a servicio significó tener menos ingresos al prescindir de las propinas que dejan los clientes.
Al instalarse la ciudad en semáforo naranja y con la reapertura, logró compensar en alrededor de 50 por ciento sus ingresos, pero el cierre de diciembre fue difícil por ser justo un mes en el que reciben más comensales y se consume más. Con esta nueva modalidad, aún en semáforo rojo, dijo que espera que el servicio del restaurante no vuelva a suspenderse y pueda llevar más dinero a casa.
Una constante entre muchos empleados de los restaurantes capitalinos son los casos de Elizabeth y Julio César, que al residir en el estado de México no pudieron acceder al apoyo emergente que dio el gobierno capitalino a fin de reducir el impacto por la suspensión de actividades económicas.