Las denominadas células asesinas naturales o células NK (del inglés “natural killer”), un tipo de linfocitos responsables de la respuesta inmediata ante la presencia de infecciones virales en el organismo, “son extraordinariamente sensibles a las emociones, por lo que se ha demostrado que el estrés, la angustia y la depresión nos hacen más vulnerables frente a los procesos infecciosos”, alertó Gustavo Aguilar, inmunólogo y profesor de la Faculta de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Méxco (UNAM).
En videoconferencia, destacó que la pandemia de Covid-19 afectó el estilo de vida de la población, la cual enfrenta limitaciones de movilidad, estrés, aislamiento y cambio de hábitos cotidianos, a lo que se suma la posible pérdida de seres queridos y amigos, lo que genera una “alteración emocional y también la forma en que funciona nuestro sistema inmune”.
Agregó que “está demostrado que emociones como la angustia y la tristeza afectan el sistema inmune, especialmente en lo que se refiere a la primera línea de defensa contra los virus y contra las células que se han malignizado, y sobre todo se ve más afectado el sistema de defensas cuando estas sensaciones se prolongan por mucho tiempo”.
En un primer momento de estrés, explicó, el sistema inmune es capaz de aumentar su respuesta y defendernos mejor, pero ante un estrés crónico o prolongado termina agotándose y bajando la guardia ante cualquier enfermedad respiratoria, lo que nos pone más vulnerables para contraerlas.
Por ello, Aguilar destacó que ante la creciente propagación de los contagios, enfrentamos un doble desafío, pues “no sólo es llevar al límite la infraestructura de camas y equipamiento, los médicos y enfermeras también enfrentan un síndrome de desgaste profesional que puede llevarlos a padecer angustia, tristeza e incluso depresión, condiciones que pueden afectar su capacidad cognitiva y la toma de decisiones”.
Consideró que es muy importante que dentro de sistemas de salud “se lleve acabo la rotación del personal médico y se otorguen periodos de descanso suficientes para que puedan recuperarse y lograr una atención medica de alto nivel”.
Por su parte, Gerardo López, alergólogo e infectólogo pediatra, resaltó que a medida que la pandemia por Covid-19 continúa evolucionando, “existe gran confusión en diferenciar sus síntomas con el catarro común y la influenza, enfermedades respiratorias contagiosas causadas también por virus, lo que crea una demora en el diagnóstico, un retraso en el tratamiento o aplicación inadecuada de fármacos con riesgo de complicaciones y un gasto en la economía familiar”.