El caso Cienfuegos es mucho más que una cuestión de justicia, y bien visto sobrepasa hasta el ámbito de las relaciones de cooperación en la lucha contra el narcotráfico entre México y Estados Unidos. El caso Cienfuegos se ha convertido en la nueva arma de la derecha para atacar al gobierno actual.
No nos equivoquemos, esto no tiene que ver con México, más bien se trata de enderezar una nueva campaña. Esta vez, incluso, se pretende presionar al gobierno de Estados Unidos, desde todas las formas y medios, para que descalifiquen el proceder del gobierno de López Obrador.
El asunto es grave porque ahora se pretende desconocer que fue la DEA, la agencia de Estados Unidos que tenía que haber cumplido los acuerdos que los dos países habían firmado para hacer efectiva la cooperación mutua. La DEA nunca informó, en los supuestos nueve años de investigación en contra del ex secretario de la Defensa Nacional, de sus pesquisas al gobierno mexicano, y menos aún que lo iban a detener, como sucedió en octubre pasado. Los acuerdos, entonces, se habían roto, pero hoy hay quien se atreve a decir que fue nuestro país quien violó los acuerdos.
En el capítulo cuatro del reporte de la Comisión de Política de Drogas del Hemisferio Occidental, de la Cámara de Representantes de EU, al que hicimos alusión en la entrega pasada, que está dedicado a México, se dice, por ejemplo, que la Iniciativa Mérida requiere de una urgente revisión. Ambos países necesitan desarrollar una estrategia de orden público común que se enfoque en los cárteles más sanguinarios, especialmente los involucrados en el tráfico de fentanilo.
Y luego pone el dedo sobre la llaga: los cárteles que operan en México son más letales por las abundantes armas de alto calibre que llegan de EU. De las 106 mil armas recuperadas y rastreadas por las agencias del orden público mexicanas entre 2011 y 2016, 70 por ciento se compraron en Estados Unidos.
La comisión da por sentado, al establecer la urgencia de cambio de estrategia para combatir al narco, que, por ejemplo, la DEA ha fracasado, pero por más que se diga, por más que se pruebe, el club de los conservadores los considera héroes, no por lo que han hecho, sino por lo que ellos quieren que hagan, y eso es más que preocupante y peligroso para nuestro país.
Parece que hay quienes quisieran reditar pasajes vergonzosos de la historia de Estados Unidos, y del mundo, pero también oprobiosos para cualquier democracia. ¿Qué es lo que se pretende? ¿Que la DEA sea la CIA como en el caso Pinochet? ¿Lo que se busca es desestabilizar a este gobierno hipotecando al país a intereses ajenos? ¿Para eso se presiona al nuevo gobierno del vecino norteño?
Descalificar al gobierno actual lo antes posible parece ser uno de los mandatos de la ultraderecha mexicana, porque llegado el momento de la consulta para la revocación o no del mandato de López Obrador, podrían sufrir una derrota definitiva. A eso le tienen terror.
De pasadita
Ayer fue un día terrible para la Ciudad de México, uno de los más tristes. Ayer se reportaron más de 300 muertos a causa del virus. La cifra diaria anda por ahí de los 70 fallecidos por día.
Al mirar de cerca esta desgracia uno puede apreciar, más que nunca, el esfuerzo del gobierno de la capital por el rescate de un hospital que quedó abandonado allá por los rumbos de Ticomán, por donde termina la CDMX y empieza el estado de México, Ecatepec, para ser más exactos, zona de muy alta marginación y pobreza extrema, por tanto.
Hoy más que nunca se hace evidente la carencia de un sistema de salud que no se tomó en cuenta por la administración pasada, que quedó disminuido hasta el extremo de casi desaparecer. Por eso tampoco se entiende la actitud de la gente en la alcaldía de Cuajimalpa, que encabeza Adrián Ruvalcaba, un innegable actor de la derecha que por sus convicciones alienta a quienes impiden la construcción de un hospital en aquella alcaldía. ¿Será que simplemente no entienden?