El pasado fin de semana se inauguró en el municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, una escuela más de la Universidad para el Bienestar Benito Juárez G. Se formarán ahí ingenieros agroforestales. Es una concreción más del incansable trabajo que llevan a cabo personas bajo la conducción de la doctora Raquel Sosa, una mujer que, una vez más, se entrega a la tarea de construir, desde abajo y con escasos recursos pero con pasión, un sistema educativo popular. Observar el tipo de construcciones que ahí se usarán para el estudio, da acabada idea de la reconocible labor que ese grupo desarrolla. Y es destacable por la adecuación entre las zonas donde se han situado las distintas escuelas y lo que bien puede denominarse como vocación regional de las distintas comunidades que las albergan. No es honorable regatear ejemplaridad a esta misión en movimiento. Tampoco es dable suponer ocultos o posteriores motivos a este incansable trabajo educativo. Suponer, de manera ociosa, desviación alguna de propósitos, escuetos ánimos o dispendio de recursos para llegar a integrar una universidad, con innumerables escuelas por todo el país, requiere de rampante ignorancia o mala fe.
Mientras en el centro se debaten, de nueva cuenta con arranques críticos condenatorios variados asuntos, en lugares apartados de México se consolidan programas con real potencial de cambio. Combinar una escuela de este tipo agroforestal con el programa Sembrando Vida, que ya ocupa, sólo en Guerrero, a unos 20 mil campesinos, antes cultivadores de enervantes, revela la trascendencia del esfuerzo. El Presidente prometió, a petición del gobernador, extender el alcance de estas labores cultivadoras de vida a todo el estado. Debe ser muy gratificante, decía, ir palpando el alcance estas laboriosas acciones productivas, sociales y educativas por parte de sus encargados. La colaboración de las comunidades en los trabajos constructivos es, sin duda, parte fundamental para su concreción y futuro desarrollo.
Retornar la mirada a la intensa disputa, llamada nacional. Se trata entonces de visualizar el enfrentamiento entre el esfuerzo transformador del gobierno versus los deseos de reponer el viejo modelo de intensa acumulación. El área ocupada por la crítica opositora quiere amarrar, en bandos opuestos, a AMLO y varias de sus decisiones recientes –como la calificada de suicida ruta– para oponerse al entrante presidente Joe Biden. El planteamiento es, una vez más, supuestamente irracional con pronosticada catástrofe en puerta. En la insidiosa disputa no se puede ocultar hasta una especie de regocijo al enumerar las numerosas áreas de conflictos que, aseguran, serán terminales para la conducción del país. Mucho de ello derivado de los errores cometidos por el mismo López Obrador. Ya sea por su estrecha como subordinada colaboración con el republicano Trump, o sea por sus actuales desplantes: ofrecer asilo a Julian Assange; las tardanzas en el reconocimiento del triunfo de Biden; cambios en políticas (energética) o, más reciente; la exoneración del general Cienfuegos y el supuesto insulto a instituciones estadunidenses. En particular, a la muy desprestigiada DEA que buscará venganza. Asuntos por de más debatidos y que, en verdad, poco afectarán la compleja relación entre los dos países que tiene su propia dinámica. Pero que, la cátedra de alborozados internacionalistas al vapor, da por integrar como probados supuestos de mal manejo por AMLO. A la cátedra opositora le es imposible reconocer el responsable afán de AMLO por marcar sus posturas de dignidad e independencia. Les irrita la epidermis y no resisten sus maneras y posturas.
El diferendo entre algunos consejeros del INE y el Presidente por categorizar a sus mañaneras como actos a vigilar, por presuntamente desnivelar el piso de la competencia electoral, es también parte de las actuales desavenencias. El mismo AMLO se ganó a pulso esta, en efecto, censura, desde que era candidato. Los consejeros del INE, hay que decirlo, no son sujetos neutros, ajenos a la contienda, sino parte sustantiva de ella. Son, qué duda, integrantes de un injusto modelo que se deshace con los días al golpe de los cambios que se van introduciendo en la agenda cotidiana.
AMLO tiene que contar con ese espacio de expresión, tanto para informar de la marcha del gobierno como para contestar los numerosos y cotidianos ataques de sus oponentes. Y de esta singular manera continuará el esforzado propósito de modificar el antiguo régimen de despojo y trampas.