Las monedas virtuales comienzan a jugar un papel protagónico en los intercambios. A través de la tecnología blockchain o de cadena de bloques se protege de manera segura todo tipo de información, lo cual permite que el comercio se agilice y se realicen pagos en forma ágil y segura aún entre desconocidos en países distantes.
El Banco Interamericano de Desarrollo explica su evolución de la siguiente manera: “El blockchain permite la digitalización segura de trámites, desde contratos inteligentes, manejo de inventarios, trazabilidad de bienes, entre otros, reduciendo la cantidad de intermediarios en la gestión del comercio exterior, volviendo las interacciones más seguras y transparentes”.
Sin embargo, una cosa es la tecnología blockchain, un avance revolucionario en cuanto a la protección de la información, y otra la aplicación de este desarrollo a través de monedas virtuales que pululan por el mundo y que no cuentan con regulaciones ni protección de gobiernos o de instituciones privadas solventes.
Éste es precisamente el peligro, la falta de respaldo institucional alguno ante robos y fraudes. El caso más destacado es el bitcóin, una moneda que no es de curso legal, que no cuenta con el respaldo de activos físicos, que nadie se hace responsable de su operación y que se usa para especular y para negocios informales e ilegales, como el narcotráfico. Con el objetivo de enriquecerse de la noche a la mañana, muchas personas compran esta moneda que sube como la espuma… hasta que se desploma. Hay especuladores profesionales interesados en la manipulación de este instrumento y cuando llega al nivel previsto realizan ventas masivas con grandes rendimientos y dejan a los ingenuos que compraron a precios altos “colgados de la brocha” y con la pérdida de su capital.
Cosa muy distinta sucede con monedas virtuales respaldadas por firmas sólidas como instituciones financieras y empresas tecnológicas. En estos casos hay un responsable de los intercambios a quien recurrir cuando se presenta algún fraude y sus operaciones crecen rápidamente con certidumbre para los participantes en el mercado.
Algo semejante sucederá con las monedas de curso legal manejadas por los bancos centrales, que utilizarán la tecnología blockchain para realizar todo tipo de operaciones, lo que se traducirá en el abaratamiento del comercio y de las transferencias monetarias por todo el mundo.