Ciudad de México. La pérdida acelerada de bosques y su degradación, como la ocurrida en las pasadas tres décadas en que desaparecieron 420 millones de hectáreas, es uno de los factores impulsores de enfermedades zoonóticas y otras como el Covid-19, advierte un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).
De hecho, la pandemia de coronavirus es “otra consecuencia trágica” y un indicador de la “presión acelerada” que se está ejerciendo sobre los sistemas naturales y “la pérdida precipitada de la naturaleza” impulsada por los actuales modelos de desarrollo no sostenibles.
“Cuando están sanos los bosques son un amortiguador contra enfermedades como el Covid-19, pero cuando los bosques son atacados sus defensas se debilitan, ocasionando la propagación de enfermedades”, apunta el documento Frentes de deforestación.
Lo anterior plantea la necesidad de impulsar acciones colectivas y adaptadas a contextos diferentes, que funcionen para las personas y la naturaleza. “Este cambio debe ocurrir a lo largo de la cadena, desde los países que albergan bosques hasta los países donde los patrones de consumo y los estilos de vida contribuyen a la deforestación”, subraya el texto.
Los bosques albergan más de la mitad de las especies terrestres del mundo y son la fuente de 75 por ciento del agua dulce. Sin embargo, del total de su extensión sobre la superficie terrestre, equivalente a 4 mil 060 millones de hectáreas, cerca de 47 por ciento enfrenta un alto riesgo de deforestación o degradación para el año 2030.
Para Greenpeace la desaparición de grandes extensiones forestales permite que los seres humanos entren en mayor contacto con poblaciones de fauna silvestre portadoras de virus, bacterias y otros organismos, que provocan nuevas enfermedades infecciosas y epidemias.
“Cada cierto tiempo, un nuevo brote de una terrible enfermedad pone en jaque a la humanidad. Sus orígenes son diversos, pero hay un factor que claramente está aumentando el riesgo de transmisión: la pérdida de bosques y el deterioro ambiental”, advierte la organización ambiental.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la tasa de deforestación se ha desacelerado; sin embargo, desde 1990 en el mundo han sido desvastadas 420 millones de hectáreas de bosques.
En México cada año se pierde una tasa bruta de 260 mil hectáreas, es decir, la superficie que tenía algún tipo de vegetación se transforma a otro uso de suelo. Se estima que 95 por ciento de la deforestación en el país ocurre de manera ilegal, pues la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales sólo autoriza el cambio de uso del suelo en un promedio de 13 mil hectáreas al año, indica información de la dependencia.