Escribir editoriales para periódicos permite a algunos decir cualquier barbaridad sin dar la cara ni responsabilizarse por ello. Empresas de supuesto prestigio deberían cuidar un poco esas manos, pues acaban representándolas a todas ellas.
Afanoso en maltratar al Presidente, con cuya política está en desacuerdo –lo cual es legítimo– no falta quien enseñe su pútrido cobre con asertos tan lamentables que acaban “volteando el chirrión por el palito” y abonando en su favor y no en su contra.
En aras de censurar el supuesto retraso en reconocer al presidente Biden, cuyo triunfo no dejó de trastabillar, un tal F. Bartolomé asegura que AMLO, ojo, “se empeñó en justificar su decisión en un arcaísmo legal (sic) como la Doctrina Estrada”. Con ello admite que se apegó a la ley vigente, aunque le parezca arcaica.
Le molesta al periodista de marras que el Presidente de México haya tardado “más de un mes en reconocer el triunfo del demócrata mientras la mayor parte del mundo ya lo había hecho”.
Chueco o derecho, el agudo analista acepta que el Presidente se apegó a la ley, como lo dije antes, y se tardó lo que tardaron los gringos en dejar sus cosas legalmente claras. Pero, según él, por ser un “arcaísmo” que le incomoda, el precepto no tiene por qué cumplirse. Le vale un cacahuate que esté contemplado en nuestra Carta Magna.
¿No será que le ofende la dignidad mexicana que hizo de nuestra política exterior un motivo de respeto mundial de gente bien nacida?
En cuanto a no habernos ido con la bola nalgapronta internacional, recordemos dos hechos en que los mexicanos fuimos casi los únicos.
Con envidia recuerdan las cancillerías latinoamericanas cuando la nuestra se negó a romper relaciones con Cuba, a pesar de la fuerte presión y amenazas del “democrático” Estados Unidos. Se aplicó entonces la Doctrina Estrada…
Lo mismo sucedió con el gobierno espurio, fascista y criminal del español Francisco Franco. Con la frente en alto podemos presumir que nuestro país, a diferencia de la perrada, nunca lo reconoció.
Es claro el caso de que México actuó, respecto a las elecciones estadunidenses, conforme a sus propias leyes. Guste o no.
Tal vez haya una palabra en el diccionario que algunos periodistas deberían aprender: “dignidad”, y no andar “asustándose con el petate del muerto” de que la Casa Blanca se enoje. F. Bartolomé no debería preocuparse tanto por no ser del montón.
Lo que sucede es que hay, desgraciadamente, muchos mexicanos que son lo que los puertorriqueños llaman pitiyanquis, es decir, coyones a más no poder.
Repito: es legítimo y respetable arremeter contra el gobierno, tal como muchos mexicanos lo hicimos en el pasado y entonces hasta al tanque fuimos a dar… pero los hay quienes no veremos pasivamente que, para servir a intereses muy particulares y hasta extranjeros, se arremeta contra verdaderos valores nacionales como la Doctrina Estrada, tal como lo hicieron los gobiernos mexicanos durante la reciente “docena trágica” panista y el que vino después, pletórico, como resultó, de traidores a su propio partido y a su patria.