Moscú. Rusia informó ayer su retiro del Tratado de Cielos Abiertos, que permite sobrevolar territorios y verificar movimientos militares entre sus firmantes, después de que en noviembre pasado Estados Unidos salió del pacto que se ve ahora prácticamente condenado a desaparecer.
La cancillería rusa explicó en un comunicado que la retirada de Washington “modificó significativamente el equilibrio de intereses de los países firmantes” del acuerdo, al que pertenecen 31 naciones europeas, más Turquía y Canadá.
Moscú iniciará los procedimientos relevantes para retirarse del pacto “debido a la falta de avances en la eliminación de los obstáculos para el funcionamiento del tratado en las nuevas condiciones”. El Parlamento ruso, que ratificó el tratado en 2001, ahora tendrá que votar para abandonarlo.
En un comunicado, la cancillería aseguró que las propuestas rusas para salvar el pacto “no recibieron el apoyo de los aliados de Estados Unidos”, muchos de ellos miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Para Konstantin Kossatshev, presidente de la comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento ruso, la decisión de su gobierno era “previsible”, pues Rusia pidió a otros países firmantes, comenzando por los miembros de la OTAN, que no transfirieran a Washington informaciones obtenidas dentro del tratado, pero éstos no respondieron de manera favorable. “La responsabilidad de lo que está ocurriendo, que es una situación muy desafortunada, recae totalmente en Washington y en sus aliados de la OTAN”, afirmó Kossatshev.
Piers Cazalet, vocero de la alianza, recordó que “la aplicación selectiva de sus obligaciones” por Rusia compromete el tratado. “Todos los aliados de la OTAN siguen comprometidos con un control efectivo de las armas, con el desarme y la no proliferación”, añadió.
El tratado buscaba generar confianza entre Moscú y Occidente al permitir a los firmantes realizar vuelos de reconocimiento sobre el territorio de los demás para recopilar información sobre fuerzas y actividades militares.
Estados Unidos acusó en varias ocasiones a Rusia de violar el tratado y el presidente saliente, Donald Trump, decidió en mayo de 2020 la retirada del país, que fue efectiva seis meses después. La Unión Europea instó a Estados Unidos a reconsiderar y pidió a Rusia que permanezca en el pacto.