La exoneración del general Salvador Cienfuegos constituye el peor golpe hasta ahora al discurso presidencial contra la corrupción y confirma la creciente y muy peligrosa preponderancia del poder militar en México. Nada ayuda al análisis realista de esta vergonzosa capitulación el solamente pretender la atribución de responsabilidades a un personaje políticamente subordinado, el fiscal Alejandro Gertz Manero, aunque sus funciones teóricamente sean autónomas: en un tema de máxima importancia como es el de Cienfuegos, de las élites militares, de la abdicación del sentido justiciero, la decisión pasa necesariamente por Palacio Nacional. Gertz Manero fue puesto y políticamente impuesto por el poder político de la llamada Cuarta Transformación, primero en la Procuraduría General de la República, para ser su último ocupante y de ahí pasar a ser el primer fiscal general de la República, con duración transexenal. Es una pieza de la citada 4T y de Palacio Nacional, aunque en el discurso se juegue con la condición formal de “autonomía” de un político de trapacerías, que siempre ha estado dispuesto a obedecer las instrucciones de quienes le han colocado en el cargo correspondiente. Lo anunciado ayer por la FGR estaba sugerido desde la noche en que el general Cienfuegos regresó de Estados Unidos, por fuertes gestiones de la Presidencia de la República ante el gobierno vecino, y despachó con negligencia ciertos requerimientos procesales en México para retirarse a casa a disfrutar de una libertad que no podría conciliarse con el grueso de acusaciones que le llevaron a prisión en el vecino país. El propio canciller Marcelo Ebrard, en ronda de explicaciones sobre el retorno de Cienfuegos, dijo el 19 de noviembre pasado: “De modo que para México no existe el escenario de impunidad. Sería muy costoso para México haber optado por tener esta conversación con Estados Unidos, lograr que se desestime por primera vez en la historia los cargos contra un ex secretario, en este caso de la Defensa, que se haya retornado a México y luego no hacer nada”. Esto, puntualizó, sería “casi suicida”.

De una manera socialmente didáctica, y política y judicialmente retadora, en las dos recientes conferencias presidenciales mañaneras de prensa se demostraron los negocios corruptos en cuanto a reclusorios que en su momento hicieron tres personajes siniestros que habitaron Los Pinos: Felipe Calderón Hinojosa, a través de su operador policiaco y de recaudaciones, Genaro García Luna; Carlos Salinas de Gortari, de poder y zarpa transexenales bajo aceptación cómplice del más reciente jefe del saqueo nacional, Enrique Peña Nieto.

Acción Nacional, a través de su dirigente formal, Marko Cortés, ha declarado que Movimiento Ciudadano no está en un rol suficiente opositor en Jalisco. Cortés lanzó duras críticas a Enrique Alfaro, entre insinuaciones de que mantiene acuerdos con la administración obradorista, al grado de que las diputaciones locales venideras serían en su mayoría para el alfarismo y las federales para el andresismo. Y faltan las dudas respecto de la autenticidad de la conducta “opositora” (ja) del Partido Revolucionario Institucional y su siempre flexible dirigente campechano Alejandro Moreno, Alito o, a veces, Amlito.

En medio de la polémica respecto de las matutinas conferencias presidenciales de prensa y la exigencia de Lorenzo Córdova contra los dichos y referencias electorales o partidistas que ahí se hicieran y su transmisión mediática íntegra, otro consejero del mismo INE, José Roberto Ruiz Saldaña, declaró ayer a Adriana Buentello que la postura de Córdova representa un posicionamiento a título personal, pero no una postura institucional del Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Aclaró que dicho órgano aún no se ha pronunciado oficialmente con un criterio respecto del tema, por lo que lamentó que el consejero presidente del INE haya salido a los medios a adelantar un juicio al respecto (Video: https://bit.ly/3bGpMWz , nota de Francisco Félix https://bit.ly/2Lqjz6A). ¡Hasta el próximo lunes!

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