Madrid. En una temporada trastocada por la pandemia, el tenor mexicano Javier Camarena, uno de los grandes nombres del panorama operístico actual, se dice “ávido” de escenario en vísperas de una gira por España que lo llena de “muchísima alegría”.
La situación sanitaria, que obligó a cerrar prestigiosos teatros en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos, “nos ha hecho valorar enormemente este privilegio de carrera que tenemos”, y “amo compartirme a través del canto”, expresa un sonriente Camarena en entrevista.
El tenor xalapeño de 44 años, reconocido por su virtuosismo vocal y sus brillantes sobreagudos, cantará este viernes en el Teatro Real de Madrid arias de Rossini, Donizetti, Gounod y Lalo.
Lo hará bajo la batuta de su compatriota Iván López-Reynoso, un talentoso maestro de 30 años recién nombrado director titular de la Orquesta del Palacio de Bellas Artes de México, y con el que Camarena lleva trabajando siete años.
La gira incluirá el debut del tenor en el Palau de la Música de Barcelona el lunes 18 –”un escenario hermoso” por su acústica y su arquitectura modernista–, y sendos conciertos en Bilbao (21) y Zaragoza (25).
Admirado en NY
De trato alegre y llano, Camarena ha triunfado en la Ópera de Viena, el Liceo de Barcelona, la Ópera de París o el Wigmore Hall de Londres, y es una celebridad en el Metropolitan Opera House (MET) de Nueva York, donde ha bisado hasta en 11 ocasiones.
En marzo de 2019 logró la hazaña de repetir allí, en siete funciones consecutivas y por aclamación del público, el aria Ah! mes amis, quel jour de fête!, de la ópera La hija del regimiento”, compuesta por Gaetano Donizetti.
Tras dos conciertos navideños para el MET y la Ópera de Montecarlo, la gira española supone su pleno regreso a los escenarios, después de sufrir, antes de la pandemia, algunos problemas con las cuerdas vocales que lo obligaron a reposar y luego a reacondicionarse.
Un problema del que habló en su cuenta de Instagram, donde es muy activo, y que reivindica enérgicamente, porque “hay que romper con ese tabú” de las lesiones vocales.
“El canto es un ejercicio de alto rendimiento, con toda la musculatura que interviene en la producción del sonido”, y lesionarse “es algo súper común”, que no debe estigmatizarse como tampoco se hace con los deportistas de élite, explica el tenor.
A mediano plazo, Camarena quiere evolucionar del fogoso bel canto italiano –que él mismo define como su “estándar” hasta ahora– a la ópera francesa, “una pasión muy mesurada, que no deja de ser muy intensa, y que me gusta mucho por esa idea de control” en el canto y la actuación.
En marzo cantará así en la Ópera de Berlín Lakmé, de Leo Delibes, y para más adelante se plantea Romeo y Julieta y Fausto, de Charles Gounod.
El reto de El pirata
Entre sus desafíos recientes, Camarena destaca El pirata, de Bellini, que cantó por primera vez en el Teatro Real de Madrid a finales de 2019, y donde dijo no haber quedado cien por ciento satisfecho con su rendimiento.
La obra tiene su dificultad específica, porque “fue compuesta para un cantante en particular” de la época, y porque entonces “la técnica vocal era otra y estaba más pegada al falsete para apoyar los sobreagudos”.
Con la técnica actual, Camarena sentencia que “cantar esas óperas es un reto triplicado”. Pero tras lo del Real, asegura haberse “quitado la espinita” con una grabación de El pirata para el sello Prima Classic, que debe salir en primavera y de la que se dice “orgulloso”.
Amor por la música popular mexicana
La entrada en el mundo de la ópera fue heterodoxa para este tenor residente en Zúrich desde hace años y criado en una familia que “jamás escuchaba ópera”.
Cuenta Camarena que conoció lo que es una voz de tenor al escuchar en 1984 al español Plácido Domingo, interpretando piezas para niños del cantautor mexicano Francisco Gabilondo Soler (1907-1990), popularmente conocido como Cri-Cri.
Una pasión, la música popular, que el de Xalapa considera “parte de su esencia” y que ha cultivado, grabando discos de boleros y baladas (Serenata) y de canciones infantiles (Javier Camarena canta a Cri-Cri). Y todo ello porque el círculo operístico es “bastante limitado”, y su propósito es ambicioso.
“Mi intención es abarcar un público mucho más amplio.”