La inteligencia artificial (IA) ha sido clave en el contexto del Covid-19, no sólo por el desarrollo de herramientas tecnológicas que han ayudado a detectar casos o dar seguimiento a pacientes, también por el acceso masivo a contenidos en línea y al uso de nuevas tecnologías, pero la IA también tiene consecuencias no deseadas, alerta la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Entre ellas enfatiza el acceso desigual, ya que 75 por ciento de todas las nuevas innovaciones digitales y patentes son producidas por 200 empresas, mientras que 11 de las 15 plataformas digitales más grandes del planeta se ubican en Estados Unidos y el resto son chinas. A ello se suma el uso de algoritmos, impulsados por IA, para ubicar usuarios de redes sociales a los que se les puede enviar contenido que reforzará sus prejuicios.
En el contexto del lanzamiento de una guía de la ONU para comprender la ética de la IA, el organismo multinacional destaca algunos de los desafíos de su uso y consecuencias y cómo se puede mejorar.
Resalta el riesgo de generar odio, división y promover la mentira, ya que muchas empresas de redes sociales favorecen contenido que refuerza determinadas concepciones, pues “cuanto más provocador sea el contenido, más posibilidades hay de que se consuma y se comparta.
La razón por la que estas empresas, afirma la Unesco, están felices de “impulsar” contenido socialmente divisorio y polarizador a sus usuarios, es que aumenta la probabilidad de que permanezcan más tiempo en la plataforma, lo que mantiene contentos a sus anunciantes y aumenta sus ganancias.
“Esto ha llevado a la popularidad de publicaciones extremistas y llenas de odio, difundidas por grupos que de otra manera serían conjuntos marginales poco conocidos. Durante la pandemia de Covid-19, esa práctica también ha llevado a la diseminación de información erróneamente peligrosa sobre el virus, lo que podría llevar a que más personas se infecten”, concluyó.