El 19 de febrero de 2019, el coordinador de los diputados federales del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Ricardo Gallardo Cardona, anunció su renuncia al cargo y al perredismo, junto con ocho legisladores más del sol azteca, de entre los cuales fueron negativamente destacables, además del propio Gallardo Cardona, proveído de expedientes densos, Mauricio Toledo (involucrado de manera sostenida en acusaciones de fraudes, corrupción y porrismo) y Héctor Serrano Cortés (el principal cómplice de Miguel Ángel Mancera en la urdimbre de saqueo y abuso en la capital del país).
Oficialmente los renunciantes aseguraron que no pasarían a Morena y que, en adelante, sus votaciones serían conforme a las circunstancias, lo cual por sistema hicieron en la misma línea definida por Mario Delgado, el constructor en las sombras de ese pacto político mafioso, que implicaba a nombre de Morena y sus mandos que hubiera postulaciones posteriores a cargos de elección popular, continuidad política, tomando como referencia el similar arreglo que el 3 de abril de 2017 llevó a Luis Miguel Barbosa, coordinador de la bancada senatorial del PRD, a renunciar a este partido.
En diversas modalidades y contexto, con Barbosa otros 12 senadores dejaron también el sol azteca, entre éstos, Zoé Robledo Aburto (ahora director del IMSS), Lorena Cuéllar Cisneros (candidata de Morena a gobernar Tlaxcala), Fidel Demédicis Hidalgo, Mario Martín Delgado Carrillo (ahora presidente de Morena), Rabindranath Salazar Solorio (ahora subsecretario de Gobernación), Benjamín Robles Montoya, Alejandro Encinas Rodríguez (también subsecretario de la Segob), Luis Humberto Fuentes, Armando Ríos Píter, Raúl Morón Orozco (candidato de Morena a gobernar Michoacán), Luz María Beristain y, desde entonces prometida su candidatura gubernamental a Puebla, Miguel Barbosa Huerta.
Ambos golpes propiciaron la versión de que el PRD se desfondaba, lo cual significaría en términos de propaganda la transferencia explícita de las banderas que hubieran quedado en la Revolución Democrática a las arcas electorales de Morena y su creciente aspirante presidencial López Obrador.
En esa lógica, Mario Delgado, es decir, el grupo que controla Morena con Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal con la vista puesta en las elecciones intermedias de este año y la sucesión presidencial de 2024, ha hecho desfiguros extremos en San Luis Potosí para pagar las renuncias de 2019 al PRD.
Primero se buscó imponer a Gallardo Cardona a nombre de una alianza con el llamado Partido Verde Ecologista de México (las cuatro mentiras). Las protestas suscitadas llevaron a maniobras para designar una candidatura testimonial al gobierno estatal, sin viabilidad real (lo peor, el uso de la causa femenina como coartada), una suerte de cesión de facto para el Verde y Gallardo con los cuales se busca mantener alianza para diputaciones federales.
Gallardo Cardona fue detenido el 7 de enero de 2015, acusado de operaciones con recursos de procedencia ilícita y delincuencia organizada. Duró 11 meses detenido en los reclusorios federales de Hermosillo, Sonora, y Ocampo, Guanajuato, y libró los señalamientos no por demostrarse su inocencia, sino a raíz de que la agencia del Ministerio Público Federal no presentó los elementos probatorios suficientes y un cómodo tribunal decretó su libertad, gestionada por un bufete de abogados en el que participó José Luis Nassar. Sin embargo, en el propio juicio de amparo indirecto 16-2015 (expediente completo: https://bit.ly/35GPXse) queda plena y rotunda constancia de los hechos delictivos acreditados por la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP.
A pesar del riesgo de continuidad de la narcopolítica en San Luis Potosí, del clientelismo electoral a billetazos y del riesgo sobre todo ante el Partido Acción Nacional y aliados, Morena, es decir, Mario Delgado, decidió disminuir radicalmente las posibilidades de triunfo de Morena en el estado para cumplir sus compromisos con el diputado Ricardo Gallardo Cardona, ahora del Verde siempre ganancioso. ¡Hasta mañana!
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