Muchas y variadas han sido las pruebas documentales que revelan el modus operandi de la clase político-empresarial en el régimen neoliberal a la hora de hacer jugosos negocios a costillas del erario, especialmente vía adjudicación directa, pero la denuncia hecha pública ayer por el Presidente de la República no tiene desperdicio: descaradamente, de todo sacó enorme raja la pandilla de amigos del inquilino de Los Pinos en turno (éste cambiaba, pero no el grupo compacto), que en automático cargaba a los mexicanos la voluminosa factura.
En la mañanera de ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador expuso: “Queremos exponerles lo de los reclusorios, lo de la privatización de los reclusorios como ejemplo de las atrocidades que hicieron durante el periodo neoliberal, los negocios del sector privado y del sector público, esa mezcolanza, esa vinculación estrecha entre los negocios privados y los negocios públicos, o cómo se hacían los negocios privados al amparo del poder público, cómo se alimentaban, se nutrían los poderes, el poder económico y el poder político, con estos negocios de los reclusorios privados, y así en muchos otros casos”.
Resulta que en sus tiempos como inquilino de Los Pinos, Felipe El Borolas Calderón (y a su lado Genaro García Luna) decidió privatizar –vía adjudicación directa– ocho reclusorios federales, porque su intención, según dijo cínicamente, era “modernizar y despresurizar el sistema penitenciario” y, por si fuera poco, “lograr independencia financiera en su operación y reducir la carga fiscal a la sociedad por el costo de las instalaciones penitenciarias”. Y se los entregó a los de siempre, es decir, a la minoría rapaz y a la mafia del poder.
¿Quiénes son los “afortunados”? Entre otros, Hipólito Gerard Rivero (cuñado de Carlos Salinas de Gortari y protagonista de cualquier cantidad de negocios a costillas del erario), a quien le “cedieron” el reclusorio federal de Oaxaca (su grupo GIA lo disfraza como “proyecto de infraestructura social” en el estado); el ajonjolí de todos los negocios con dinero público, Carlos Slim (Chiapas y Femenil de Morelos); Mario Gabriel Budebo –cabeza visible de Exi Quantium–, subsecretario de Energía de Felipe Calderón (aquí también aparece Francisco Gil Díaz, secretario foxista de Hacienda), a quien le cedieron Sonora y Guanajuato; Grupo Empresarial Ángeles (Excélsior e Imagen Tv incluidos), de Olegario Vázquez Raña (Durango y Michoacán), representado en estas artes por Antonio Boullosa Madrazo, y el especialista en fondos buitres Black Rock, el consorcio gringo que se quedó con otro penal en Guanajuato.
Pues bien, la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana y el consejero jurídico de la Presidencia de la República, Rosa Icela Rodríguez y Julio Scherer Ibarra, dieron puntual cuenta de qué tamaño ha sido la “independencia financiera” en la operación de los reclusorios privatizados y, sobre todo, la “reducción de la carga fiscal” que cacareaba Borolas.
El consejero jurídico detalló que en los documentos firmados se establece que los pagos a favor de los privados “serán realizados desde la fecha de inicio y hasta la de terminación del contrato”, es decir, “aunque no haya internos se tiene que pagar 100 por ciento como si estuviera lleno el reclusorio; el inmueble y sus instalaciones, concluida la vigencia, son propiedad del proveedor, no del gobierno”.
A su vez, Rosa Icela explicó que la firma de los contratos tuvo lugar en la época de Felipe Calderón, cuando el secretario de Seguridad federal era Genaro García Luna. En los pasados nueve años se pagaron 75 mil 661 millones de pesos, pero este monto sólo corresponde a 36 por ciento del pago total. Aún hay un monto pendiente por pagar en los años siguientes, de 190 mil 638 millones de pesos, que corresponderá en algunos penales hasta 2032 y en otros hasta 2036 o 2037. Así, el costo total proyectado a 20 años es aproximadamente de 266 mil 300 millones de pesos. Y, como dijo Andrés Manuel, lo anterior “sólo es un botón de muestra; privatización, sinónimo de corrupción”.
Las rebanadas del pastel
Parece que al neonazi Trump sí le darán la patada en el trasero. El Congreso estadunidense logró los votos suficientes para someterlo, por segunda vez durante su mandato, a un impeachment.