Nueva York. Donald Trump fue formalmente acusado por la Cámara de Representantes por “incitación de insurrección” contra el gobierno de Estados Unidos y es ahora el primer presidente en la historia en enfrentar un segundo juicio político en una capital ahora protegida de sus enemigos internos por más tropas estadunidenses que las desplegadas en Irán y Afganistán.
Por un voto de 232 contra 197 fue aprobado el cargo formal contra el presidente por fomentar lo que sus acusadores llaman un “golpe de Estado” al convocar y promover el asalto al Capitolio el 6 de enero pasado en su intento de frenar el proceso constitucional de certificación del resultado de la elección presidencial.
Todos los demócratas votaron a favor pero fue aún más notable que una decena de republicanos se sumaron en contra del presidente (ningún republicano votó por su impeachment la primera vez hace un año).
Así, Trump se convirtió esta tarde en el primer presidente en ser “impeached” (formalmente acusado para ser destituido) por segunda vez. El juicio político se iniciará próximamente en el Senado donde aún no hay fecha; puede avanzar aún después de que Trump abandone la Casa Blanca.
El presidente electo Joe Biden emitió una declaración sobre el impeachment de Trump. “La semana pasada -escribió-, vimos un asalto sin precedente sobre nuestra democracia… El ataque criminal fue planeado y coordinado. Fue realizado por extremistas políticos y terroristas domésticos quienes fueron incitados a esta violencia por el presidente Trump. Fue una insurrección armada contra Estados Unidos de America. Los responsables tienen que rendir cuentas”.
La presidenta de la cámara baja, la demócrata Nancy Pelosi, inició el proceso histórico al declarar que Trump “incitó esta insurrección, esta rebelión armada, contra nuestro país en común. Es un peligro claro y presente a la nación…”.
En el debate de esta tarde, el diputado demócrata Jim McGovern resumió el sentir de sus colegas al declarar que lo ocurrido el miércoles pasado “no fue una protesta. fue una insurrección” y denunció: “nuestro país fue atacado no por una nación extranjera sino desde adentro. Estos no eran manifestantes, no eran patriotas. Eran traidores. Estos eran terroristas domésticos… y estaban actuando bajo órdenes de Donald Trump”.
Algunos legisladores republicanos que se inclinaban a votar a favor del impeachment, no lo hicieron, comentaron en privado, por temores de que serían sujetos a ataques físicos de seguidores de Trump, reportó CNN.
El diputado demócrata Seth Moulton, en sus declaraciones ante el pleno antes de la votación, apuntó: “hay más tropas ahora mismo en Washington DC que en Afganistán. Están aquí para defendernos contra el comandante en jefe, el presidente de Estados Unidos y su turba”.
De hecho, podrían llegar a Washington hasta un total de 20 mil tropas de la Guardia Nacional (ya superarán 10 mil a partir del sábado) -más del triple que el total de tropas estadunidenses en Afganistán e Irak combinados.
Este miércoles, durante el voto sobre el impeachment, cientos de tropas de la Guardia Nacional armadas estaban desplegadas en diferentes puntos, dentro y fuera, de Capitolio. El nivel de alerta permanece “muy alto”, reveló un funcionario del Departamento de Defensa a CBS News. Algunas tropas están alojadas dentro del Capitolio por primera vez desde la Guerra Civil.
Estarán desplegadas, junto con miles de oficiales de otras agencias de seguridad pública, para mantener el orden en la capital entre ahora y la toma de posesión de presidente electo Biden y su vicepresidenta Kamala Harris, informaron autoridades municipales ante alertas por amenazas de posibles ataques y acciones violentas de derechistas que apoyan a Trump.
Mientras tanto, avanza la investigación federal sobre los actos violentos de la semana pasada con ya más de 170 casos abiertos, número que se elevará mucho más. Algunos serán acusados de delitos mayores incluyendo homicidio y sedición.
La caza de cientos de sospechosos, identificados a veces por las imágenes que ellos mismos difundieron en las redes de su participación, sigue por todo el país en lo que el fiscal federal Michael Sherwin calificó como una operación sin par en la historia del país. Declaró que la zona del Capitolio es “una escena de crimen”.
Cada día se comparten más relatos de lo vivido por legisladores y sus equipos dentro del Capitolio durante el asalto. La diputada Alexandria Ocasio-Cortez, tal vez la líder más reconocida del ala progresista de la Cámara, dijo que “pensaba que moriría” ese día. “No es exageración decir que muchos miembros de la cámara fueron casi asesinados”, afirmó. Aún más grave, comentó que “no me sentí segura” rodeada por algunos de legisladores derechistas, incluso simpatizantes de supremacistas blancos, que habrían podido haberla expuesto a peligro.
El ex oficial antiterrorista de la CIA John Kiriakou, quien filtró al público información sobre el programa de tortura del gobierno de Bush, escribió en Reader Supported News que lo que oficiales de inteligencia extranjeros observaron en los últimos días fue “igual a lo que ocurre en una república bananera”, concluyendo que “lo que observamos el miércoles pasado fue por cierto un intento de golpe. Fue mal planeado y pobremente ejecutado, pero fue un intento de golpe. Probablemente no será el último. Necesitamos estar preparados para el próximo evento”.
Y poco después de su impeachment, el acusado de incitar la violencia y el asalto al Capitolio difundió un video (a través de la cuenta de Twitter de la Casa Blanca ya que la suya está cancelada) instando a sus simpatizantes a no emplear la violencia en sus protestas. Trump declaró: “condeno de manera inequívoca la violencia que vimos la semana pasada…. no tiene lugar en nuestro país y en ningún lugar en nuestro movimiento”. Pero no aceptó responsabilidad alguna por el ataque, y no hizo mención de la acusación formal en su contra por incitar todo esto.
Poco antes, en otro mensaje se atrevió sin pena a llamar a todos los estadunidenses “a reducir tensiones y calmar temperamentos”.
El nivel de aprobación de Trump ha venido bajando desde el pasado miércoles, en algunas encuestas hasta por 10 puntos. En el sondeo de Politico/Morning Consult su aprobación está en su punto más bajo en sus cuatro años, a sólo 34 por ciento; un 63 lo reprueba.
Los próximos siete días incluyen la toma de posesión del nuevo presidente, el traslado del poder ejecutivo y el inicio del juicio político todo bajo amenaza, según oficiales de seguridad nacional e inteligencia, de protestas armadas por derechistas no sólo en Washington sino a través del país. No es, por ahora, una transición pacífica del poder.
A una semana del fin de esta presidencia, tal vez el sonido más fuerte en Washington hoy fue el relativo silencio que emanaba de una Casa Blanca cada día más vacía, dejando solo -incluso abandonado por varios de su propio partido- y casi invisible a quien durante cuatro años dominó el escenario político a gritos.
Muchos están contando las horas y minutos que quedan para deshacerse de este presidente con la tensión de que aún es capaz de provocar más daño tanto dentro y fuera de este país.