Chilpancingo, Gro., Casi 25 toneladas de jitomate se echaron a perder el fin de año en Azinyahualco por las bajas ventas, dieron a conocer agricultores de esa comunidad, enclavada en la sierra de Chilpancingo, quienes señalaron que en años anteriores vendían la caja en 400 pesos y ahora no vale más de 100, por lo que no recuperarán ni la inversión.
Fernando Torres, uno de los productores afectados, explicó que otra complicación que enfrentan es que para este cultivo “no hay apoyo gubernamental; no aplica para ningún programa estatal o federal ni se nos ofrecen incentivos”.
Hace 40 años, los habitantes de Azinyahualco dejaron la siembra de amapola y mariguana y empezaron a cultivar maíz, aguacate y jitomate; sin embargo, ahora tienen dificultades para vender sus cosechas.
El poblado se encuentra a dos horas de la capital de Guerrero y colinda con el municipio de Coyuca de Benítez, punto estratégico para el trasiego de droga en la región.
Torres recalcó: “La situación en la comunidad es desesperante. La inversión de todo el año se fue a la basura. Pedimos al alcalde (perredista) Antonio Gaspar Beltrán que instalara un tianguis campesino en algún espacio de Chilpancingo, pero no quiso, y el producto se echó a perder”.
Añadió que antes “la caja de jitomate se vendía en 400 o 500 pesos, pero esta temporada vale entre 80 y 100 pesos y eso no permite recuperar siquiera la inversión que se hizo durante cuatro meses, de unos 50 mil pesos”.
Comentó que no tienen claro por qué bajó la venta, pero les dijeron que algunos mercados cerraron por la pandemia de Covid-19 y además “nadie lo compra; hay huertos enteros en donde el producto se está dejando podrir”.
Insistió en que aunque dejaron los cultivos de amapola y mariguana por huertos de frutas y verduras, “no hay programa gubernamental que nos beneficie”.
Filiberto Torres, también campesino de Azinyahualco, indicó que en la comunidad al menos la mitad de sus 350 habitantes se dedican a la producción de jitomate.
Explicó que generalmente cada tercer día salen del pueblo seis camionetas cargadas para vender el producto en otras localidades. “Es de lo mejor. Se riega con agua limpia que viene de la sierra, de la misma que tomamos”.
Aquí, agregó, opera el programa Sembrando Vida, aunque no es suficiente. “Hay mucho trabajo que hacer. Nosotros de por sí hemos protegido los bosques; tenemos plantas frutales, como plátano, guayabo y limón agrio.
“Queremos que el presidente Andrés Manuel López Obrador nos apoye con semillas, también con abono, porque solamente nos llegan seis bultos, pero nosotros utilizamos de 15 a 20. Nunca dejamos de sembrar aguacate, durazno, plátano, frijol y calabaza.”
Mencionó que algunos labriegos “al parecer pudieron vender el jitomate a 150 pesos la caja” en otras localidades y que intentarían ir a la localidad de El Ocotito, para ofertar lo que se salvó.
Apuntaron que si bien podrían llevar su mercancía a Acapulco o Chilpancingo, “el problema es que en esas dos ciudades la delincuencia organizada exige 50 por ciento de las ventas”.