Yéssica Kika Chávez, ex campeona mundial en peso mosca y aspirante al título supermosca, lucha contra el tiempo. En diciembre pasado se canceló su regreso al boxeo, después de casi dos años sin pelear. Un evento cada vez más usual en un negocio que se ha visto afectado por la pandemia de coronavirus. El panorama laboral en el pugilismo hoy puede ser muy inestable y precario.
“Antes teníamos un margen de tiempo de hasta tres meses para preparar una pelea”, recuerda Kika; “pero hoy es como en el boxeo de antaño, en cualquier momento los llamaban para subir al cuadrilátero. Nosotros estamos igual, listos para pelear cuando se presente la oportunidad”.
La ex campeona enfrenta con templanza la crisis del boxeo por la pandemia, sobre todo con paciencia porque está convencida que este escenario aún permanecerá en el futuro inmediato. Pero no deja de sentir una preocupación por el paso del tiempo a sus 32 años.
“El peor enemigo de un atleta es el tiempo”, expone; “la ausencia de actividad y el paso de los días sin pelear están afectando al gremio. A mí me ha dañado de forma severa”.
Kika no quiere desperdiciar los últimos años en los que puede ofrecer grandes momentos como boxeadora. Al mismo tiempo, con una naturalidad abrumadora, recapacita sobre esta etapa como el inicio de un declive deportivo ineludible.
“A esta edad los deportistas empezamos el declive”, señala; “no puedo permitirme desaprovechar estos años. Tenemos que adaptarnos a las dificultades del momento y seguir con nuestros planes aun si el tiempo que vivimos es tan complicado”, expone.
Sin un contrato con alguna empresa de promoción, Kika negocia por su cuenta sus próximos planes. Entre ellos aprovechar su situación de ex campeona para retar a la actual monarca supermosca del CMB, Lourdes Juárez.
“Soy una veterana y ella es una campeona nueva, somos conocidas por la afición, creo que este tipo de combinaciones pueden ayudar al boxeo. Algo que tanto necesitamos quienes nos dedicamos a este negocio”, concluye.