En general, a los lectores de la columneta les resultó grato y justo el recuerdo que se hizo del siempre presente “sabio Monsiváis”. Así se le denominaba al personaje con que aparecía en aquel cuadernillo de monitos en el que aceptó participar para no dejar el mínimo resquicio en cualquier medio masivo de comunicación donde no estuviera.
En subsecuentes entregas iré dando nombres de otros participantes en ese mensaje amoroso que más de un centenar de mexicanos hicieron llegar a Carlos en sus últimos días. Sin embargo, algunos lectores sugirieron que la columneta debería “campechanear” más sus temas. Por un lado, hablar sobre graves e importantes asuntos de interés y preocupación general, como las vacunas (Por favor, por favor lean el reportaje de ayer en La Jornada de Braulio Carbajal “Gobiernos invierten en vacunas y la IP se embolsa las ganancias”, donde denuncia que el valor de las grandes farmacéuticas aumentó con la pandemia 90 mil mdd). Por otra parte, un gran amigo me dice: ¿por qué te quedas callado ante la aberrante alianza de quienes han sido opositores del pueblo mexicano? Y también está un camarada que me reclama: “durante toda tu vida has estado en la punta de la danza. Has sido protagonista o por lo menos testigo de eventos cuyas experiencias nos sería útil conocer a quienes vamos a la mitad de nuestras vidas. Tú deberías aprovechar lo que a ti te queda, para relatarnos muchos aconteceres”. Este pronóstico, la verdad me rasguñó, pero no pude negarme a reconocer su exacto sentido de la realidad.
Todas las sugerencias serán tomadas en cuenta, pero hoy, atenderé a una cuestión que con insistencia me fue planteada ¿Va a entregar Trump pacíficamente el poder el 20 de enero? ¿Cómo pueden influir para esta determinación la vigésimo quinta enmienda y el juicio político conocido como impeachment?
Enmienda, tal como su nombre lo indica, es, un arreglo, una modificación, una reforma o adición. Es un remiendo que se le hace al texto constitucional en Estados Unidos. La 25 tiene sus orígenes en el homicidio del presidente John F. Kennedy. La sucesión fue inmediata: el vicepresidente Lyndon B. Johnson rindió protesta a bordo del avión presidencial. Sin embargo, a partir de este momento se generó una explicable inquietud: ¿Qué sucede si al presidente Johnson ocurre un percance que le impide terminar el periodo de gobierno? Para afrontar esa negra posibilidad, el Congreso formuló en 1965, el proyecto ratificado en 1967, destinado a definir el proceso que garantice la sucesión cuando el presidente en funciones se vea obligado a dejar su encargo por enfermedad, renuncia o muerte. Estas causales, los requisitos y formas que deben ser observados con toda puntualidad constituyen la esencia de las tres primeras secciones.
La cuarta parte de la enmienda podría ser invocada para lograr la destitución de Trump, pues marca las condiciones para que la propuesta progrese. En primer lugar, que el vicepresidente, Mike Pence, acepte promover que la mayoría de los principales funcionarios del gabinete presenten, ante los líderes del Congreso, una rotunda acusación de que el presidente está “imposibilitado de ejercer los deberes y derechos de su cargo”. Entonces, el vicepresidente entraría en funciones. Aunque la enmienda establece que si el presidente niega las afirmaciones, regresará a ejercer la responsabilidad electoralmente otorgada. Pero, esta auténtica “comedia de equivocaciones” (género teatral en boga el siglo pasado) no termina aquí. Si los líderes del Congreso, en este caso el senador Chuck Grassley y la representante Nancy Pelosi, reiteran su denuncia, el presidente será separado del cargo. Pero si Trump contesta y rotundamente niega las imputaciones que se le formulan, la enmienda da nuevamente la pelota a los líderes camerales, y si estos reiteran sus acusaciones dentro de los cuatro días siguientes con apoyo de dos tercios de cada cámara, el presidente será retirado en definitiva y el vicepresidente Pence podrá deshacerse de las cuatro letras iniciales de su actual encargo: será simplemente el presidente Mike Pence.
Como ustedes ven, lo establecido por la 25 enmienda está más enredado que cualquier discurso de Felipe Calderón sobrio.
A Trump le quedan nueve días para seguir trumpeando la Constitución de su país. A la columneta siete para reír, llorar o encomendarse a la virgen del Sagrado Corazón o a San Judas, que va al alza con las nuevas generaciones.
Esta columneta no acostumbra formular recomendaciones de ningún tipo. Hoy hace una excepción: ver la película de 1963 El doctor insólito o Cómo aprendí a amar la bomba, de Stanley Kubrick y Peter Sellers; ayuda a entender al monstruo que, Dios mediante, hace fade out.
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