El compositor mexicano Juan Trigos, a la par de otros 13 autores de diferentes nacionalidades, fue reconocido con el prestigiado premio que otorga anualmente la Fundación Musical Fromm de la Universidad Harvard para crear una obra musical.
El también director de orquesta, nacido en 1965 en la Ciudad de México, escribirá una partitura para soprano y ensamble basada en uno de los textos del poeta prehispánico Tlaltecatzin, destacado cuicapicqui (compositor de canciones) del señorío de Cuauhchinanco (ubicado en el actual estado de Puebla) a mediados del siglo XIV.
Esta pieza, explica el creador, se titulará Tlaltecatzin icuic (Canción de Tlaltecatzin) y es la continuación de un proyecto que comenzó en 1990 con el estreno de su Magnificat Guadalupano.
Dicho proyecto consiste en emplear el náhuatl en sus composiciones; hasta el momento ha tenido una de sus partes culminantes en su cuarta sinfonía, escrita completamente en la citada lengua indígena.
En entrevista telefónica desde Miami, donde reside, Juan Trigos se dice honrado por la distinción recibida de aquella prestigiada universidad estadunidense, que anteriormente ha sido concedida a figuras del arte sonoro mundial, como Luciano Berio, John Cage, Bruno Maderna y Alberto Ginastera, entre otros.
El interés del autor por la lengua y la cultura náhuatl tiene que ver con su origen como mexicano, dice, porque es algo que posee en la sangre y en todos aquellos elementos que lo han acompañado a lo largo de su vida, lo mismo que la parte española.
“Ambas culturas son parte fundamental de nosotros, no podemos obviar una ni otra. Ahora está mucho en discusión si la Conquista de México fue un encuentro o un hecho violento, pero no podemos dejar de lado que el mundo indígena forma parte de nosotros, en mayor o menor medida según cada persona”, explica.
“La cultura indígena me ha apasionado desde siempre; adoro la poesía náhuatl tanto como la de Octavio Paz; son mundos que no están peleados, pero, para cuestiones de mi búsqueda, he estado siguiendo esa poesía antigua desde hace muchos años.”
Juan Trigos engloba toda su producción dentro del folclor abstracto, concepto de su invención que tiene que ver con una manera de entender y de crear música, en la que se sintetiza “todo aquello que uno tiene del México que está dentro de nosotros” y el filtro de la asimilación cultural y las experiencias personales .
“El folclor tiene muchas acepciones, pero lo tomo, sobre todo, para diferenciarlo de lo popular, no porque esto sea malo, sino para diferenciarlo de lo comercial. Es lo que está mucho más pegado a la tierra, es más sanguíneo, tiene que ver con lo ritual, con esa sensación; me refiero a la fuerza que tiene eso. Por eso le llamo folclor, y la abstracción tiene que ver con el filtro interno.”
El compositor –quien acaba de terminar su sexta ópera, la cual está basada en El divino Narciso, de Sor Juana Inés de la Cruz– resalta que su interés de emplear en su producción musical la lengua náhuatl y elementos de la cultura indígena no tiene un afán de reivindicación.
“Adoro el náhuatl por su sonido, es una lengua de gran dulzura. No pretendo reivindicar nada, es un reconocimiento, un agradecimiento, porque es un regalo, un legado cultural muy importante, y está en nosotros aceptarlo o no.”
Sobre el porqué eligió el poema de Tlaltecatzin, el cual retomó del libro La tinta negra y roja: antología de poesía náhuatl, de Miguel León- Portilla, destaca que es una oda al placer.
“Es un canto al placer en muchas formas; tiene algo de erotismo. La poesía náhuatl, en general, tiene un sentido sobre la muerte y lo efímero de la vida, pero, en este caso, el poema me gusta por la parte de los placeres, sin dejar de lado la consciencia muy elevada de lo que son la muerte y la vida misma.”