Cuando inició la pandemia y decenas de negocios bajaron las cortinas, “nuestro patrón nos apoyó con despensas y la mitad de nuestro salario. Reabrimos, pero todo decayó en diciembre, cuando la ciudad regresó a semáforo rojo y la situación fue insostenible. Tuve que renunciar, mi hija nació en marzo, quedé a deber cinco meses de renta y de alguna forma tenía que obtener un ingreso”, relató Dylan, mesero desempleado que con una cartulina en mano decidió apostarse en uno de los cruceros al sur de la Ciudad de México para solicitar dinero.
Con él, otros dos compañeros suyos decidieron también salir a la calle y hacer lo propio. Los tres portan letreros que dicen: “Soy mesero, estoy pasando por momentos difíciles. No hay comensales, no hay propinas. Por favor, cualquier ayuda será muy apreciada”.
Realizar esta actividad les permite apoyarse económicamente. Dylan comentó que gracias a esto fue pagando “poco a poco las rentas que debía. Aquí sacamos en promedio 350 pesos diarios” y aunque “muchas personas piensan que es mejor que te den dinero, yo prefiero que me den una despensa, porque es un alimento que llevo a mi familia”.
Incluso, en Navidad y Año Nuevo los dueños del restaurante donde “trabajamos nos dijeron ‘pues llévense un pedazo de pavo, de ensalada’. Y con eso tuvimos nuestra cena, porque la situación está muy difícil”.
Carmen, una mesera que lleva trabajando 11 años en un restaurante de la Condesa, también vio afectados sus ingresos, ya que recibe sólo la mitad de su salario y “no hay propinas porque todo lo que se consume de comida es para llevar”.
Añadió que en la zona “hay muchos negocios que han cerrado” y si continúa esta situación los restaurantes establecidos saldrán perjudicados, porque el “comercio ambulante o informal sigue y a quienes nos afectan es a nosotros, que de aquí nos mantenemos”.
Al iniciar la cuarta semana del semáforo rojo en la Ciudad de México, que avizora un panorama sombrío para los establecimientos debido a la poca o nula actividad, los meseros señalaron que quienes aún trabajan no pueden aspirar a un salario bien remunerado, ya que “laboramos tres días sí y tres no, y al final de la semana no juntas ni 600 pesos”.
En entrevista, comentaron que la situación es cada vez más complicada. Mario, encargado de un restaurante en Paseo de la Reforma, señaló que a la semana recibe un sueldo de mil pesos y “prácticamente ya no hay propinas”, que era lo que “contribuía a mejorar nuestro salario”.
Carlos, compañero de Dylan, comentó que en este trabajo “he encontrado una oportunidad para salir adelante. Nada más que aquí no hay sueldo a la semana ni a la quincena. Vamos al día. Mientras, seguiremos así hasta que esto mejore”.