Debido al Covid-19, 2020 fue uno de los años más difíciles en todos los sentidos, entre ellos en materia de producción y distribución de alimentos a causa de los confinamientos, señaló la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En un balance, resaltó que a finales de marzo del año pasado llamó, en conjunto con otras agencias de la ONU, a hacer “todo lo posible por garantizar la máxima fluidez de los flujos comerciales, sobre todo para evitar la escasez de alimentos”.
También exhortó a entender que es “fundamental proteger a los productores de alimentos y a los trabajadores del sector alimentario en las etapas de la elaboración y la venta al menudeo, con objeto de minimizar la propagación de la enfermedad en el sector y mantener las cadenas de suministro de alimentos”.
Tras remarcar que la FAO reforzó sus alianzas y aumentó su influencia mundial, destacó que como nunca en sus 75 años de historia había tenido que actuar como agente impulsor y convocante, en medio de una “crisis mundial que ha amenazado con sumir en el caos a los sistemas agroalimentarios del mundo”.
Subrayó que la pandemia y las medidas restrictivas asociadas han puesto de manifiesto “de manera drástica la fragilidad de millones de medios de vida, tanto rurales como urbanos, y la precaria situación de numerosos trabajadores agrícolas, pequeños productores y comerciantes del mercado informal que pasan inadvertidos”.
Semanas más tarde, mediante otra declaración conjunta con el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Banco Mundial, instó a los líderes del Grupo de los 20 a adoptar las medidas necesarias para abordar los efectos de la pandemia en la seguridad alimentaria y la nutrición.
Posteriormente, junto con ministros de gobiernos de todo el mundo, entre ellos 25 ministros de agricultura de América Latina y el Caribe, se declaró a la alimentación y la agricultura como “servicios esenciales” durante los periodos de confinamiento, entre otras medidas.