Nueva York. Donald Trump está acusado de sedición, poniendo en peligro a su propio país, y enfrenta su segundo proceso de destitución en menos de un año, con llamados por su renuncia incluso de figuras de su propio partido; ha sido abandonado por sus amigos empresariales, ha roto hasta con su propio vicepresidente y sus cuentas han sido bloqueadas en redes sociales, y nada de esto debería sorprender a nadie (de hecho, los que pretenden serlo sólo lo hacen para salvarse a sí mismos).
La acusación para el proceso de destitución o impeachment afirma que Trump “incitó a la violencia contra el gobierno de Estados Unidos” para subvertir su derrota electoral. Agrega que puso “en peligro grave la seguridad de Estados Unidos… amenazó la integridad del sistema democrático, interfirió con la transición pacífica del poder” y ha demostrado que “permanecerá siendo una amenaza a la seguridad nacional, la democracia y la Constitución si le es permitido permanecer en su puesto”.
A sólo 11 días del fin de su estancia en la Casa Blanca, los llamados “artículos de impeachment” podrían ser presentados ante la Cámara baja tan pronto como el lunes, indicó la presidenta de ese cuerpo legislativo, Nancy Pelosi. Si proceden, sería la primera vez en la historia que un presidente será impeached dos veces.
A diferencia de la primera vez, cuando Trump fue indultado por el Senado al concluir su juicio político, esta vez hay indicios de que la medida sería apoyada por los 17 republicanos que se necesitarán para expulsarlo del poder. Aun si el proceso se extiende más allá del fin de su mandato el 20 de enero, si es declarado culpable le sería prohibido asumir un puesto federal de por vida (Trump ha indicado a sus seguidores que está preparando su regreso a la Casa Blanca en 2024).
“Lo quiero fuera. Ha causado suficiente daño”, declaró el viernes la senadora republicana Lisa Murkowski. Otro senador republicano, Patrick Toomey, afirmó hoy que el presidente cometió violaciones que ameritan su destitución, y otro más, Ben Sasse, indicó que estaba dispuesto a considerar votar a favor de tal medida.
Pelosi y un coro creciente han solicitado su renuncia para evitar el impeachment, después de que la primera idea, de que su vicepresidente y el gabinete invocaran la enmienda 25 para destituir a Trump, no parece prosperar.
Muchos políticos, empresarios, ex funcionarios y más de ambos partidos públicamente –y aún más en privado, incluso dentro de la propia Casa Blanca– expresan que Trump representa un peligro para la nación y el mundo.
También hay demandas para que sus cómplices enfrenten consecuencias de lo que algunos calificaron de atentado cometido por “terroristas domésticos” o intentona de golpe, sobre todo líderes legislativos, como los senadores Ted Cruz y Josh Hawley, y decenas de diputados que nutrieron la narrativa fabricada de fraude electoral y que votaron para intentar descarrilar el proceso constitucional de certificación de los resultados de la elección presidencial.
Mentiras que cuestan vidas
Cruz, senador por Texas, aun después del asalto al Capitolio, continuó con esa narrativa, y varios de sus colegas lo acusaron por su responsabilidad en nutrir ese acto de violencia con su postura. El rotativo Houston Chronicle exigió su renuncia en un editorial y acusó a Cruz: “Tus mentiras costaron vidas”.
Por otro lado, a Trump le ha sido prohibido emplear su medio de comunicación favorito, Twitter, que él ha llamado su “arma más potente”. Sus defensores han acusado esto como “censura” o atentado contra la libertad de expresión de Trump (ese derecho constitucional es exclusivamente contra la censura de un gobierno y no es aplicable a empresas privadas). Su hijo, Donald Trump Jr., escribió en Twitter que “la libertad de expresión ya no existe en Estados Unidos”. El propio mandatario, al usar por última vez la cuenta presidencial, sostuvo que “empleados de Twitter se han coordinado con los demócratas y la izquierda radical para remover mi cuenta… para silenciarme”.
Twitter informó, al justificar la cancelación de la cuenta de Trump, que simpatizantes del presidente estaban usando esta plataforma para convocar y planear nuevos atentados parecidos contra el Capitolio federal y varios de los estatales tres días antes de la toma de posición del presidente electo Joe Biden (https://blog.twitter.com/en_us/topics/company/2020/suspension.html). Uno de sus últimos mensajes por tuit fue un video donde prometió a sus fanáticos –incluyendo supremacistas blancos, neonazis, antimigrantes y creyentes en todo tipo de teorías de conspiración– que “nuestro increíble viaje apenas está iniciando”.
Uno de los participantes en el asalto al Capitolio en Washington, un abogado que se definió como parte de la “contrarrevolución anticomunista”, escribió en la red social Parler –favorita de ultraderechistas– ese mismo día que “todos regresaremos armados para la guerra”. Otros mensajes parecidos continúan circulando en redes sociales.
Con toda la atención en los sucesos en el Capitolio, no se reportó mucho sobre asaltos a capitolios estatales en Georgia y Kansas ese mismo día. Hoy el capitolio de Minnesota estaba protegido por policías estatales mientras un centenar de simpatizantes de Trump, muchos de ellos armados, se manifestaban ahí.
Se prevén más arrestos
Mientras tanto, 16 participantes en el asalto al Capitolio han sido detenidos bajo cargos federales. Uno le dijo al FBI que él y otros “patriotas” viajaron a Washington “a solicitud del presidente”. Esa lista se ampliará en los próximos días, incluyendo el posible arresto de varios policías de diferentes partes del país que participaron como civiles, pero que podrían enfrentar acusaciones de actos ilegales, aunque varios han sido suspendidos por sus delegaciones. Más de 40 han sido acusados con cargos estatales menos graves.
También se revelaron más detalles que pintaron escenas aún más graves de lo que ya se sabía sobre la destrucción dentro del Capitolio, incluidas algunas amenazas físicas que podrían haber generado un desastre mayor, como el uso de artefactos explosivos, la toma de rehenes y cacería de algunos legisladores, a quienes los manifestantes acusaban de “traidores”.
Las escenas de banderas de la Confederación –símbolo de los estados esclavistas y el racismo– ondeando dentro del Capitolio siguen provocando asombro, ya que durante la Guerra Civil eso nunca se logró; junto con símbolos neonazis y de agrupaciones ultraderechistas y antimigrantes portados por algunos manifestantes, que también ondeaban banderas de Trump. Algunos llevaban camisetas con el lema “6MWE”, lo cual es en inglés “6 million wasn’t enough” (6 millones no fueron suficientes) en referencia al holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial. Otros tenían prendas que decían “Camp Auschwitz”.
Esos son a los que el presidente llamó “muy queridos” y que su familia calificó de “patriotas”.
Por ahora, una mayoría de los estadunidenses favorece su despido inmediato según una encuesta de Reuters/Ipsos difundida este sábado.