Nueva York. Los dos escaños del Senado federal en juego en Georgia en segunda vuelta fueron conquistados por demócratas, cambiando así de inmediato el juego político nacional al entregar el control de la cámara alta a manos del partido del presidente electo, Joe Biden, y de repente los demócratas asumirán control del Ejecutivo y el Poder Legislativo a partir del 20 de enero.
Georgia, bastión republicano durante las últimas dos décadas, no había elegido a un senador demócrata en 20 años. La derrota de los republicanos en la contienda en ese estado también es demoledora para el partido nacional, sobre todo al expulsar como líder de la mayoría del Senado al republicano más poderoso de Washington después del presidente, Mitch McConnell.
El triunfo de Raphael Warnock, pastor de la histórica iglesia bautista Ebenezer, en Atlanta, cobra enorme relevancia no sólo porque en esa misma iglesia fue donde se inició y apoyó la cruzada del reverendo Martin Luther King Jr, sino que marcará la primera vez que un afroestadunidense de ese estado es enviado al Senado.
El triunfo de su colega Jon Ossoff –algo aún menos esperado hace apenas unas semanas– implica que el Senado federal ahora estará dividido entre 50 republicanos y 50 demócratas. Según las reglas de la cámara alta, quien ocupa la vicepresidencia es también presidente del Senado, y tiene el poder para romper empates con su voto. Ese lugar lo ocupará la vicepresidenta electa demócrata, Kamala Harris.
Sólo eso cambia radicalmente el equilibrio de poder en Washington al comienzo de la presidencia de Biden, con enormes implicaciones que van desde obtener la ratificación de sus nominados al gabinete y a jueces federales, hasta la aprobación de iniciativas políticas que incluyen giros en los ambitos de inmigración, apoyo económico a sectores vulnerables, medio ambiente y política exterior, entre otras.
Sin embargo, el escueto margen no resuelve todo por sí mismo, ya que muchos asuntos requieren un voto de 60 senadores. Pero ahora todas las presidencias de los comités del Senado serán trasladadas a legisladores demócratas, y con ello, aunque se espera todo tipo de tácticas para entorpecer la agenda de Biden, todo –incluido el tono– es mucho más favorable a la nueva Casa Blanca.
Triunfo progresista
El triunfo también marcó un cambio dramático en lo que ha sido un bastión republicano, con los triunfos de Biden en noviembre (aunque sólo por un poco menos de 12 mil votos) y ahora en esta segunda vuelta a los dos candidatos demócratas gracias a una gran movilización electoral de la comunidad afroestadunidense –un tercio de los votantes del estado sureño– junto con, aunque representando un sector mucho menor, los latinos y los asiáticos. Pero también marcó un triunfo de fuerzas progresistas dentro o en alianza con estos sectores.
Ambos candidatos resaltaron su apoyo a políticas progresistas contra la injusticia racial y en favor de mayor justicia económica. Los dos apoyan iniciativas para incrementar el apoyo económico a 2 mil dólares mensuales en lugar de los 600 aprobados para los afectados por las consecuencias económicas de la pandemia, y también elevar el salario mínimo
El senador y ex candidato presidencial Bernie Sanders afirmó: “lo que los triunfos en Georgia comprobaron es que cuando la gente tiene algo por lo cual votar a favor, en vez de sólo votar en contra, cuando damos prioridad a la organización y la movilización, nuestra agenda progresista puede ganar dondequiera”.
Más aún, ambos demócratas son novatos como candidatos políticos y Ossoff será el senador demócrata más joven jamás electo desde que Biden llegó a la cámara alta en 1973. Son caras nuevas pero parte de movimientos de derechos civiles ya antiguos que han combatido durante décadas esfuerzos para suprimir el voto que esta vez ganó, después de esfuerzos titánicos de organizaciones progresistas y coaliciones multirraciales.
Para muchos, igual de importante que el triunfo es la derrota que esto representa para Donald Trump y los que decidieron depender de él en esta contienda. Con su obsesión de subvertir la elección presidencial, Trump atacó abiertamente al gobernador y secretario de estado de Georgia por negarse a alterar los resultados a su favor, provocando divisiones entre bases republicanas. “Muchas gracias Trump”, fue la respuesta de un político republicano de Georgia al reconocer la derrota de su partido.