Nueva York. Con todos los ojos de la clase política puestos sobre Georgia donde se esperan resultados que determinarán cuál partido tomará control del Senado federal, la Guardia Nacional y la policía de Washington se preparaban para enfrentar provocaciones violentas de ultraderechistas convocados a la capital para este miércoles por el presidente Donald Trump con el propósito de apoyar su último intento de anular las elecciones que perdió y provocar una crisis constitucional.
Mientras se cuentan los votos (las tendencias favorecían a los demócratas al cierre de edición de ayer y no se esperan conteos finales hasta este miércoles) de una segunda vuelta en el concurso en el estado de Georgia por dos escaños del Senado federal que determinarán cuál partido tomará control de la cámara alta, y con ello las posibilidades de impulsar la agenda política del presidente electo, Joe Biden, el presidente Donald Trump estaba más interesado en generar caos político en Washington para evitar su deportación del poder.
Presiones y amenazas
Durante lo últimos días, Trump, que presionó y hasta amenazó al funcionario estatal encargado de las elecciones en Georgia a revertir los resultados en la elección presidencial, está exigiendo que legisladores republicanos decidan si son más leales a él o a los principios institucionales de este sistema democrático, incluso presionando a su propio vicepresidente a violar su función definida por la Constitución; todo, mientras reitera teorías de conspiración de un fraude inexistente.
Trump y sus aliados están buscando privar de sus derechos a millones de votantes, y a la vez promover su versión inventada –y peligrosa– de que esta elección sigue en disputa y él está defendiendo al pueblo de un complot por la cúpupolítica conspirando con socialistas y hasta comunistas cubanos y venezolanos. De hecho, el lunes declaró durante un mitin en Georgia que si no se hace todo para “salvar” al país, Estados Unidos sucumbirá “al comunismo”.
Pero la cúpula política y económica del país y el liderazgo republicano y demócrata ya están descontado la presencia de Trump después del 20 de enero, cuando está programada la transición en la Casa Blanca, y para ellos son mucho más importantes los resultados en Georgia por sus enormes implicaciones políticas nacionales para el futuro inmediato.
Prueba de lo anterior son los recursos masivos de tiempo y dinero que se han invertido en esa contienda, la cual ya es el concurso legislativo más caro de la historia, con un gasto combinado de más de 830 millones de dólares (en ambas vueltas), según el Center for Responsive Politics.
Con la cámara baja bajo dominio demócrata, el control del Senado determinará qué tanto del proyecto del ambicioso gobierno de Biden podrá ser aprobado, incluyendo un giro en políticas de migración, asistencia social, medio ambiente y política exterior. Los republicanos sólo necesitan ganar una de las dos contiendas para mantener su mayoría, los demócratas necesitan ganar ambas para lograr, junto con la nueva vicepresidenta, controlar la cámara alta.
Al proceder el conteo, republicanos se mostraban preocupados por indicios preliminares favoreciendo a ambos demócratas y un experto electoral nacional, Dave Wasserman, del respetado Cook Political Report, pronosticando el triunfo de por lo menos uno de los dos demócratas, nadie menos que el reverendo afroestadunidense Raphael Warnock, quien ahora dirige la misma iglesia que presidía Martin Luther King Jr en Atlanta hace más de medio siglo. Si gana, será el primer senador federal afroestadunidense de su estado.
Mientras tanto, Trump rehúsa abandonar el escenario nacional y su último grito podría ser hoy, al buscar que las votaciones que perdió sean anuladas. Bajo el proceso comicial estadunidense, el último paso de una votación presidencial es la certificación del Congreso del resultado del voto del Colegio Electoral, antes casi siempre sólo un tipo de rito ceremonial sin mayor importancia.
El Congreso, en una sesión conjunta de ambas cámaras, está convocado hoy para cumplir con esta tarea, pero Trump ha logrado convertir la ceremonia en un espec-táculo político sin precedente.
Unos 140 diputados y una docena de senadores republicanos han anunciado, contra los deseos del liderazgo de su propio partido, no ratificar el triunfo de Biden en el Colegio Electoral por 306 frente a 232 y con ello intentan bloquear el proceso. Bajo las reglas constitucionales, ante el rechazo del resultado en algún estado de por lo menos un diputado y un senador, los legisladores se retiran a sus respectivas cámaras a debatir el asunto antes de un voto sobre si certificar o no el resultado de ese estado.
Líderes políticos y expertos aseguran que no prosperará la maniobra, en parte porque la cámara baja, con su mayoría demócrata, votará en contra. Se requiere que ambas cámaras voten a favor de rechazar un resultado para revertir esa elección.
Trump complicó aún más el panorama al asegurar ayer que su vicepresidente Mike Pence “tiene el poder para rechazar electores seleccionados de manera fraudulenta”, una afirmación falsa. Más aún, el lunes en un mitin en Georgia, Trump declaró de manera abierta que esperaba que Pence actuara en favor del presidente este miércoles, pues si no “ya no me va caer tan bien”.
El vicepresidente presidirá la sesión conjunta, pero es una función ceremonial, y Pence no tiene ningún poder unilateral para enmendar los resultados. Sin embargo, Pence ahora se encuentra en una situación en extremo incómoda políticamente, gracias a su jefe.
Incitación a la violencia
Por si no fuera suficiente, en respuesta a la convocatoria de Trump de invitar a sus simpatizantes a acudir a Washington para expresarle su apoyo en la batalla contra lo que afirma fue una elección que le fue robada –la consigna es “alto al robo”– foros y redes ultraderechistas han promovido la manifestación con invitaciones a llegar armados, en violación de leyes municipales, y preparados para “violencia potencial” en las calles de la capital.
Algunos comentarios que circulan en las redes sociales incluyen instrucciones sobre cómo ingresar armas de manera clandestina a la ciudad, con un participante escribiendo: “sí, es ilegal, pero esto es guerra y claramente estamos en la fase poslegal de nuestra sociedad”.
Otro comunicado por redes aconseja que los manifestantes deberían llegar “armados con rifles, pistolas, dos cuchillos y toda las municiones que uno pueda cargar”. Vale recordar que cuando el líder de uno de los grupos neofascistas pro-Trump fue arrestado al llegar a Washington el lunes por delitos menores que cometió el mes pasado en la capital durante otra manifestación, la policía encontró municiones en su automóvil.
“Nosotros, el pueblo, no toleraremos un robo. No retrocederemos, no nos rendiremos. Restauren a mi presidente lo que le robaron o cosechen las consecuencias”, afirma otro mensaje en las redes, reporta el Washington Post.
Ante ello, el gobierno municipal de Washington está desplegando su fuerza policiaca junto con la Guardia Nacional, con la alcalde Muriel Bowser instando al público de evitar el centro de la ciudad.
Aunque todo esto se parece más a un reality show de segunda, un intento de golpe o más sangre en las calles ya no será sólo teatro.