Las mujeres y el cuento son “los grandes marginados de la literatura de las editoriales grandes”, aunque resisten desde el ámbito de la universidades y los sellos independientes, dice la investigadora y narradora Liliana Pedroza, antologadora del libro recientemente publicado A golpe de linterna.
La antología, publicada en tres tomos por Ediciones Atrasalante, reúne un siglo de cuentos mexicanos escritos por mujeres en 100 relatos de igual número de autoras. “Es un viaje inédito por la historia de la lucha de las mujeres y un reconocimiento para las pioneras del siglo XIX y hasta las exploradoras del siglo XXI”, explica Pedroza en entrevista.
“Los mecanismos de la cultura todavía no atienden el llamado histórico y social. En esta antología no queremos dar solamente un discurso literario, sino político sobre lo histórico y lo social urgente: las mujeres somos un grupo social oprimido. Todavía falta en el ámbito público y privado de la cultura atender la diversidad de los discursos literarios.”
El proyecto transitó, menciona Pedroza, por casi tres años y nació de su Historia secreta del cuento mexicano (La Jornada, 23/8/18), un directorio de más de 500 autoras que influyó en la colección Vindictas de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Ha habido un auge del cuento y de mujeres escritoras y uno de los empujes fue esta investigación”.
En A golpe de linterna “priman estándares de calidad literaria. Es para demostrar que son autoras muy buenas, con extraordinarias y deslumbrantes historias; también para entregar al lector una diversidad de voces, con mujeres que habitan distintos espacios geográficos, culturales, sexuales y lingüísticos”.
La antología está dividida en los tomos Pioneras, Insumisas y Exploradoras. El primero se refiere a “mujeres que son las primeras que entraron en la escritura del cuento moderno y que tuvieron que atravesar una serie de obstáculos sociales para poder llegar a la publicación”, señala Liliana Pedroza.
“Hablan sobre la Revolución Mexicana y la posrevolución y no están mencionadas en los libros de texto ni aparecen en la historia de la literatura, como Dolores Bolio, Carmen Báez, Lourdes Garza Quesada e Irma Sabina Sepúlveda. En este tomo también se revela mucho el destino social de las mujeres, que es el matrimonio, el ámbito doméstico, los hijos y la consigna de mantener la unidad familiar por sobre todas las cosas.”
En el tomo Insumisas “resaltan más los movimientos feministas, con la petición y logro del derecho a votar y ser votadas de las mujeres, el aborto, la planificación familiar y estar en todos los ámbitos públicos, en las escritoras Brianda Domecq, Beatriz Espejo y Silvia Molina”, así como la violencia contra las mujeres y las indígenas, a través de la escritura de Rosario Castellanos.
Pedroza destaca a María Elvira Bermúdez, quien fue muy importante en las décadas de los 50, 60 y 70. “Fue nombrada la Agatha Christie mexicana, pero luego, en las antologías, historiadores y estudiosos de literatura hemos sido responsables de editar ciertos nombres, porque todavía seguimos contando la historia a través de nuestros prejuicios, los del patriarcado”.
La tercera parte, Exploradoras, es de “las escritoras más actuales y donde es más evidente que hacen una exploración estructural del cuento, también buscan la minificción. Incluimos a mujeres que escriben desde lenguas originarias, como el tzeltal o el ayuuk, con Ana Matías Rendón o Lilia Jiménez Guzmán, y escritoras chicanas que piensan en Estados Unidos y en sus tradiciones mexicanas, pero escriben en inglés”, sostiene la investigadora.
En este tomo sobresalen, indica, Gabriela Damián Miravete, “quien habla sobre un futuro feminista a través de la ciencia ficción; Gabriela Torres, con la violencia del narcotráfico a partir de los estratos más bajos de estos grupos delictivos, y Salud Ochoa, quien trata temas sobre la Sierra de Chihuahua, la minería y los estragos en las poblaciones”.