La poesía es un vehículo para “acercarme a las personas”; es la vida, la amistad y el sexo, sostiene la escritora y docente Leticia Martínez Gallegos, quien recientemente publicó su poemario Cocktail de griegos.
La poeta menciona que la primera inspiración para el título, del sello Ediciones Eternos Malabares, “son mis lecturas sobre mitología griega; las tragedias de Sófocles, por supuesto, y mi adicción por las frutas, por las que en consecuencia vino el erotismo, aunque no en todos los poemas”.
Sostiene: “cuando escribí el primer poema, de Medea, ratifiqué que los seres humanos en cualquier momento de la historia somos muy parecidos. En la antigua Grecia, antes, y en la contemporaneidad no cambiamos nuestra esencia. No hay grandes cambios en lo que somos hombres y mujeres”.
Con ese pensamiento, durante 10 años trabajó para concentrar los poemas reunidos en este texto, algunos de los cuales ganaron concursos de poesía de Casa Lamm.
“Para docentes y alumnos de secundaria y preparatoria puede ser un primer momento y surgir la curiosidad para que de aquí pasen al texto original, a los diálogos de Platón, a través de un poema. Si logro que uno se interese me voy a sentir muy a gusto.
“Si logro que los padres de familia lean poesía ya fue haber obtenido algo bonito en la vida, que las mamás o los alumnos se acerquen y me digan: ‘gracias porque leí a Cervantes, a Cavafis’. Eso es para mí. La amistad puede ser un acto poético, el sexo. Creo que veo la vida de manera poética.”
Leticia Martínez dice que su objetivo era la brevedad, que surgió a partir de la lectura de Alessandro Baricco, quien “concentró la Ilíada en algo muy breve para todo el mundo. Sencillo y sensible. Tenemos que escribir cosas más cercanas al lector y más resumidas, más digeribles. Sin que dejes de lado que si tienes tiempo vayas a la obra original”.
Sobre la inspiración que siente con Antígona, Martínez Gallegos menciona: “es una mujer de lucha, que enfrentó al Estado. Es de las que más admiro en el la mitología. Mi relación con ella es la guanábana, porque es de mis frutas preferidas, en la que más se acerca la personalidad de ella. La comparo, como lo hace Sófocles, con su hermana Ismene, la que no lucha, la tranquila, la pasiva.
Desnudar la fruta
“Cuando lees el poema desnudas la fruta y al mismo tiempo desnudas a Antígona, quien es briosa como la guanabana. Cuando la pruebas, lo puedes percibir. Es excitante. Al final del poema comprendes que nada sucedió porque el poema es una historia donde todo pasó en tu imaginación y, como vuelta de tuerca, la vistes, como ella vistió a su hermano en la tragedia.
“A Antígona la conozco. Mujeres que han luchado contra el Estado y han estado contra lo establecido por hacer algo que les habían ordenado que no hicieran. Hoy existe esa Antígona. Yo traje un mito, pero también traigo a las mujeres que están luchando. Ismene existió junto a ella en Sófocles, pero también existe hoy, las mujeres a las que no les importa lo que estamos haciendo y viviendo.”
En otro poema se refirió a Hécuba y a la jamaica. “La mujer que perdió a sus hijos. Como las que se ponen enfrente de Catedral a exigirle al gobierno que les regresen a sus hijos muertos, como lo hizo Hécuba en su momento. Es cíclico. Yo la comparé con la acidez de la jamaica, su color rojo de la sangre, y es el ciclo de la lluvia”.