El trabajo de un historiador no es condenar o absolver a los personajes que a veces nos pintan como héroes o villanos, sino aprender, entender y explicar la historia sin juicios de valor, afirma Felipe Ávila.
El investigador acaba de publicar una amplia biografía de Venustiano Carranza, el líder del Ejército Constitucionalista por el que en un principio sentía antipatía, pero al adentrarse en detalles de la vida del llamado Varón de Cuatro Ciénegas, el historiador dejó a un lado filias y fobias.
“Fue un ejercicio extraordinario ponerme a revisar archivos para ver el otro lado de la historia, que conocí al estudiar a Emiliano Zapata y Francisco Villa, porque me di cuenta de que el hecho de que Carranza fuera el líder triunfador de la Revolución Mexicana se explicaba porque fue quien tenía más experiencia política y mayor formación”, detalla Ávila en entrevista con La Jornada.
El director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana añade que Carranza “fue el único que se atrevió a desafiar a Victoriano Huerta cuando dio el golpe militar que derrocó y asesinó al presidente Francisco I. Madero. Con su trayectoria, habilidad y olfato político fue capaz de conducir un movimiento muy heterogéneo: el Ejército Constitucionalista, con grandes liderazgos y guerreros, como Villa y Obregón.
“Fue capaz de mantener la cohesión y conducir a ese ejército hacia el triunfo. De 1913 a 1915, Carranza fue el líder de la Revolución Mexicana con una visión más amplia, de estadista. Fue el único gobernante electo que, desde el primer momento del Plan de Guadalupe, asumió la representación del estado nacional.
“Se consideraba la única autoridad legítima del Estado mexicano y todas sus acciones, decretos y manifiestos los hizo asumiéndose como el único jefe legítimo que en esos momentos tenía el país. Eso cambió mi perspectiva hacia él, porque me di cuenta de que todas las decisiones que Carranza tomó desde la promulgación del Plan de Guadalupe, en 1913, las hizo considerándose el jefe del Estado mexicano y ya no un líder revolucionario, ni jefe rebelde, sino la autoridad máxima de la nación. Por eso hizo una impresionante cantidad de decretos, sin descanso.”
Líder de convicciones profundas
El libro Carranza: el constructor del Estado mexicano, de Felipe Ávila, fue publicado por el sello editorial Crítica y contiene ilustraciones de Jorge Aviña.
El autor detalla que Carranza es un personaje que va madurando al ejercer su liderazgo revolucionario, “va creciendo, y eso explica por qué derrota no sólo a Huerta, sino a Villa y a Zapata. Otra cosa que me llamó mucho la atención fue su profundo nacionalismo, su defensa de la soberanía nacional, su convicción profunda de que México era una nación libre, independiente y soberana, pero sobre todo digna, a pesar de ser un país débil, en guerra civil y con el gobierno en bancarrota.
“Hubo líderes que no reconocían a Carranza, que lo desafiaban y se rebelaban, pero él pudo comenzar a construir un Estado nuevo en condiciones muy difíciles.”
El historiador añade que la historia oficial hizo a un lado a Carranza, por lo que ha sido “un personaje mal entendido y marginado. En la historia nacional es necesario conocerlo y valorarlo también con sus claroscuros, es cierto, pero hay que conocer las dos caras de la moneda.
“Es necesario acercarse a la historia con apertura, sin prejuicios ni para tratar de forzar los acontecimientos o que se acoplen a lo que pensamos de antemano. Hay que darnos cuenta de que algunas de las cosas importantes de la historia mexicana después de la Revolución no se entenderían sin la presencia y participación de personalidades como la de Venustiano Carranza
“La Constitución de 1917, que todavía nos rige, es uno de sus grandes logros; él fue quien convocó al Consejo Constituyente, la promulgó y la comenzó a aplicar; es un legado muy valioso que dejó para la historia de México”, concluyó el también catedrático de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México.