Bagdad. Irán recordó ayer el primer aniversario de la muerte de su “arquitecto” en política militar exterior, general Qassem Soleimani, quien fue asesinado en un ataque aéreo estadunidense en el aeropuerto de Bagdad.
El grito de “¡venganza!” resonó en la Plaza Tahrir, de Bagdad, entre partidarios de las Fuerzas de Movilización Popular (FMP), poderosa milicia iraquí respaldada en su mayor parte por Irán.
Soleimani encabezaba a las Fuerzas Quds de élite de la Guardia Revolucionaria de Irán, coalición que reúne a decenas de miles de paramilitares pro-Irán en Irak y que ahora está integrada con las fuerzas de seguridad iraquíes. El repudio se extendió contra el primer ministro Mustafa Kazimi, a quien acusan de ser “agente” de Estados Unidos en Irak.
El 3 de enero de 2020, por orden del presidente estadunidense, Donald Trump, un ataque con drones pulverizó dos vehículos en los que viajaban Soleimani, artífice de la estrategia iraní en Oriente Medio, y Abu Mahdi Muhandis, comandante iraquí de las FMP.
Soleimani encabezaba a las Fuerzas Quds de élite de la Guardia Revolucionaria de Irán, responsables de las operaciones de la república islámica en el extranjero, y viajaba con frecuencia a Irak, Líbano y Siria. Muhandis era el líder miliciano más poderoso de Irak y se desempeñaba de subcomandante de las FMP.
Este ataque despertó el temor de un conflicto abierto en suelo iraquí, ya que las potencias que actúan en Irak (Estados Unidos e Irán, enemigos desde hace 40 años) están enfrentadas. Un año después, la situación sigue siendo explosiva en Irak.
Después de una vigilia con velas en la que miles de iraquíes se reunieron para abuchear a Estados Unidos en el aeropuerto de Bagdad, el mismo lugar donde el general iraní y su mano derecha iraquí fueron asesinados, los partidarios de las FMP convergieron en la plaza Tahrir, donde honraron a sus “mártires” y repudiaron “al ocupante estadunidense”.
“Le decimos a Estados Unidos y a los enemigos del islam que continuaremos resistiendo, a pesar del derramamiento de sangre”, advirtió Batul Najjar, partidario de las FMP.
Desde el sábado, en lo alto de un inmenso edificio abandonado cerca de la Plaza Tahrir, cuelga un afiche gigante con las imágenes de Soleimani y de Muhandis.
Aunque no está presente, se grita su nombre: “Kazimi, cobarde!”, repiten en coro los miles de manifestantes vestidos de negro, algunos ondeando pancartas en las que se lee: “Fuera Estados Unidos”.
Al sur de Bagdad, en varias ciudades, incluida Najaf, donde está enterrado Abu Mahdi Muhandis, los partidarios rindieron homenaje a ambos “mártires”.
Cerca de 3 mil soldados estadunidenses están desplegados en Irak. Una votación del Parlamento iraquí para que estos militares abandonen el país, anunciada tras el golpe del 3 de enero de 2020, quedó sin respuesta. Sin embargo, en noviembre pasado, Estados Unidos anunció que 500 soldados serían retirados el 15 de enero.
Irak contendrá la respiración hasta que Donald Trump abandone la Casa Blanca, el 20 de enero.
En este contexto, el canciller iraní, Mohamad Javad Zarif, tuiteó el jueves que en Irak “agentes provocadores israelíes están planeando ataques contra estadunidenses” para poner a Trump en un aprieto con un ‘casus belli’ (motivo de guerra) fabricado”.
Teherán también acusó a Trump de buscar “un pretexto” para lanzar una guerra antes de su partida, tras un mandato de “máxima presión” en su contra.
“Cuidado con la trampa”, alertó Zarif, “los fuegos artificiales tendrán una reacción violenta, especialmente contra su mejor amigo”, en referencia a Israel.
En respuesta, el ministro israelí de Energía, Yuval Steinitz, calificó de “disparate” la declaración del canciller iraní.
Desde el 3 de enero de 2020, la postura de Trump ha sido la misma en cuanto a especulaciones sobre nuevos ataques en Irak, advirtió: “si un estadunidense muere, responsabilizaré a Irán”.