Aún no pueden hablar ni caminar, pero millones de niñas y niños aparecen constantemente en las redes sociales. En su afán por compartir experiencias en Internet, sus padres u otros familiares los vuelven protagonistas de sus historias, sin ser conscientes de los riesgos.
Compartir datos personales de menores en las redes, como fotografías, nombre, fecha de nacimiento o la escuela donde estudian, sin las medidas de seguridad adecuadas, “puede abrir la puerta a los delincuentes y exponer a los pequeños a diversos riesgos como acoso, ciberbullying e incluso delitos como pederastia y pornografía infantil”, advirtió el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai).
Citó un estudio de la Universidad de Chicago que encontró que 56 por ciento de los padres suben fotos potencialmente vergonzosas de sus hijos, lo que puede afectarles durante su adolescencia, o incluso en su etapa adulta, interfiriendo en su vida social y laboral.
Una encuesta realizada por la firma de seguridad informática AVG en diez países reveló que al cumplir seis meses, 81 por ciento de los bebés ya está presente en Internet, y a los cinco años de edad habrán circulado en la red al menos mil fotografías en las que aparece.
Otros datos apuntan que 23 por ciento de los niños tiene presencia en Internet antes de nacer, pues sus padres publican imágenes del proceso de embarazo, e incluso se calcula que 5 por ciento de los menores de dos años tienen un perfil en redes sociales creado por sus progenitores.
A esto se le conoce como sharenting, término que proviene de la conjunción share (compartir) y parenting (paternidad), y que se refiere a compartir en redes sociales fotos de los pequeños en actividades cotidianas como juegos infantiles, la hora del baño, eventos escolares, reuniones familiares o cumpleaños, generando una huella en la red.
Mario nunca sube información de sus hijas a ninguna de sus redes sociales. Lejos de exhibir momentos únicos con ellas, asegura que prefiere vivir su paternidad con la mayor discreción posible.
“Es muy riesgoso, las fotos se vuelven públicas y no tienes control de quién las ve, y terminan siendo propiedad de Facebook o Twitter. Pero lo más importante es que los niños tienen derechos, uno es que su imagen se difunda o no, y aún no tienen el albedrío para tomar esa decisión”.
Por el contrario, Vania, madre de un niño de casi nueve años, considera que las políticas de privacidad de las redes sociales son suficientes para garantizar la seguridad su familia, por lo que suele “compartir y presumir” fotos de su hijo.
“Mis cuentas son privadas y lo que publico sólo lo pueden ver mis contactos, no creo que haya riesgos. Reconozco que soy una mamá que le toma fotos vergonzosas, pero jamás subo una foto de ese estilo”.
Iván Martínez, oficial de incidencia de la Red de Defensa de los Derechos Digitales, subraya que aunque han mejorado las herramientas de privacidad de estas plataformas, no hay una seguridad al cien por ciento y siempre existe riesgo que la información y datos compartidos sean conservados o guardados por personas ajenas a nuestro círculo social y utilizados con fines perjudiciales.
En el caso particular del sharenting, planteó que la autorización de un menor de edad es un asunto complicado de definir y alcanzar. “Probablemente no tenemos el consentimiento total de los pequeños sobre si su imagen y otros datos puedan ser publicados, es algo que pasa a ser obviado porque los padres asumen que tienen la tutoría. Me temo que debemos reflexionar a fondo sobre esto”.
Daniel tiene un hijo de dos años. Reconoce que el niño aún no tiene la capacidad para decidir si quiere o no que su imagen aparezca en las redes; sin embargo, eso no lo detiene para subir sus fotos y videos a diferentes plataformas.
Los peligros, dice, los corremos todos, aunque aclara que sus cuentas son privadas. “Es compartir con amigos y familiares un momento que te genera alegría. Procuro subir cosas que no sean vergonzosas para él en el futuro”.
Por su parte, el Inai difundió varias recomendaciones para reducir los riesgos que conlleva el sharenting:antes de compartir una fotografía, preguntarse si los pequeños estarían de acuerdo y las consecuencias a futuro; leer las políticas de privacidad de las redes sociales para asegurarse que las imágenes no lleguen a personas desconocidas; cuidar que los menores estén siempre vestidos en las imágenes que se comparten.
Reflexionar sobre la manera en que se sentirían las niñas y los niños si en el futuro tuvieran que enfrentarse a una foto que se compartió durante su infancia; desactivar la geolocalización, para evitar que desconocidos puedan seguir sus movimientos; difuminar sus rostros para respetar la identidad de los pequeños.
Al compartir imágenes o videos por aplicaciones de mensajería instantánea se debe dejar claro a las personas que las reciben que no pueden reenviarlas o publicarlas sin permiso; evitar que niñas o niños aparezcan en la foto de perfil de las redes sociales de los adultos, pues se trata de una imagen pública; y evitar la publicación de información que pueda revelar datos íntimos de los menores.