Aún no pueden hablar ni caminar, pero millones de niñas y niños aparecen constantemente en las redes sociales. En su afán por compartir experiencias en Internet, sus padres u otros familiares los vuelven protagonistas de sus historias, sin ser conscientes de los riesgos.
Compartir datos personales de menores en las redes, como fotografías, nombre, fecha de nacimiento o la escuela donde estudian, sin las medidas de seguridad adecuadas, “puede abrir la puerta a los delincuentes y exponer a los menores a diversos riesgos como acoso, ciberbullying e incluso delitos como pederastia y pornografía infantil”, advirtió el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai).
Citó un estudio de la Universidad de Chicago, que encontró que 56 por ciento de los padres suben fotos potencialmente vergonzosas de sus hijos, lo que puede afectarles durante su adolescencia, o incluso en su etapa adulta, interfiriendo en su vida social y laboral.
Una encuesta realizada por la firma de seguridad informática AVG en 10 países reveló que al cumplir seis meses, 81 por ciento de los bebés ya está presentes en Internet, y a los cinco años de edad habrán circulado en la red al menos mil fotografías en las que aparecen.
A esto se le conoce como sharenting, término que proviene de la conjunción share (compartir) y parenting (paternidad).
Mario nunca sube información de sus hijas a ninguna de sus redes sociales. Lejos de exhibir momentos únicos con ellas, asegura que prefiere vivir su paternidad con la mayor discreción posible.
“Es muy riesgoso, las fotos se vuelven públicas y no tienes control de quién las ve, y terminan siendo propiedad de Facebook o Twitter. Pero lo más importante es que los niños tienen derechos, uno es que su imagen se difunda o no, y aún no tienen el libre albedrío para tomar esa decisión”.
Por el contrario, Vania, madre de un niño de casi nueve años, considera que las políticas de privacidad de las redes sociales son suficientes para garantizar la seguridad su familia, por lo que suele “compartir y presumir” fotos de su hijo.
“Mis cuentas son privadas y lo que publico sólo lo pueden ver mis contactos; no creo que haya riesgos. Reconozco que soy una mamá que le toma fotos vergonzosas, pero jamás subo una foto de ese estilo”.
Daniel tiene un hijo de dos años. Reconoce que el niño aún no tiene la capacidad para decidir si quiere o no que su imagen aparezca en las redes; sin embargo, eso no lo detiene para subir sus fotos y videos a diferentes plataformas.
Los peligros, dice, los corremos todos, aunque aclara que sus cuentas son privadas. “Es compartir con amigos y familiares un momento que te genera alegría. Procuro subir cosas que no sean vergonzosas para él en el futuro”.
Iván Martínez, oficial de incidencia de la Red de Defensa de los Derechos Digitales, subraya que aunque han mejorado las herramientas de privacidad de estas plataformas, no hay una seguridad al cien por ciento y siempre existe riesgo que la información y datos compartidos sean conservados o guardados por personas ajenas a nuestro círculo social y utilizados con fines perjudiciales.
Por su parte, el Inai dio varias recomendaciones para reducir los riesgos del sharenting: antes de compartir una foto, preguntarse si los pequeños estarían de acuerdo y reflexionar sobre cómo se sentirían si en el futuro los menores tuvieran que enfrentarse a una imagen que se compartió en su infancia; leer las políticas de privacidad de las redes; desactivar la geolocalización, y difuminar el rostro para respetar su identidad, entre otras.