Año tras año la tétrica información se repite: el pago de intereses de la voluminosa deuda pública –externa e interna– carcome las arcas públicas y cada día que transcurre crecen las erogaciones por tal concepto. De hecho, anualmente el gasto destinado a tal fin resulta ser el más voluminoso del Presupuesto de Egresos de la Federación, con todo y que en sus dos primeros años el gobierno de la 4-T no ha recurrido a mayor endeudamiento.
La Jornada (Dora Villanueva) lo publicó así: “pagar los intereses, comisiones y amortizaciones que integran el costo financiero de la deuda y otros financiamientos públicos en México ha resultado más gravoso a lo largo del año que el gasto hecho en inversión física, bajo la cual se encuentra todo lo ejercido en infraestructura pública, exhiben los datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Entre enero y octubre pasados, Hacienda reportó que al sumar los pagos derivados de la deuda pública, el rescate bancario y el financiamiento para empresas productivas, banca de desarrollo y diversos fondos y fideicomisos se habían erogado 611 mil 388 millones de pesos, 70 mil 663 millones más que lo destinado a obra pública.
“Sólo entre los abonos de interés y comisiones para una deuda pública que este año se disparó con el encarecimiento del dólar frente al peso, se habían pagado entre enero y octubre 330 mil 293 millones de pesos por este concepto y otros 43 mil 330 millones de pesos se abonaron al rescate bancario que hace más de dos décadas consume parte del dinero público, y ahora lo hace en el marco de la emergencia por el Covid-19. El resto de los recursos que se van en costo financiero derivan de las operaciones de la banca de desarrollo, fondos y fideicomisos públicos para actividades agropecuarias, pesqueras y mineras, el Fondo Mexicano del Petróleo y la Comisión Federal de Electricidad”.
Así es: sin incrementar la deuda pública, el gobierno de la 4-T debe pagar cada vez más por la espeluznante herencia de los gobiernos neoliberales en materia de deuda pública. Para dar un ejemplo, sólo en los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto la deuda pública –interna y externa– se multiplicó por cinco sin que ello se reflejara en una mejoría económica ni social. Por el contrario, de 1990 a 2018 los mexicanos pagaron alrededor de 6.6 billones de pesos sólo por concepto de intereses, donde la mayor parte se dio en los gobiernos del Borolas y el copetón.
De hecho, como lo documenta el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, sólo en los sexenios de Calderón y Peña Nieto la deuda externa se incrementó 281 mil millones de dólares (173 mil y 108 mil millones de billetes verdes en cada caso), monto que supera la suma acumulada del endeudamiento registrado en los seis sexenios previos (de Luis Echeverría a Vicente Fox).
La información de La Jornada detalla que los recursos destinados al pago de intereses (98 por ciento del total erogado), comisiones y amortizaciones resultan mayores a los canalizados a inversión física, “bajo la cual se encuentra todo lo ejercido en infraestructura pública”. Pero no sólo eso, pues equivalen a casi el doble de los canalizados a la SEP para 2020 y 4.7 tantos por arriba del presupuesto asignado a la Secretaría de Salud.
Lo anterior, sin olvidar la deuda eterna del “rescate” bancario de 1995. Al cierre de octubre pasado, el saldo del Fobaproa (disfrazado de IPAB) ascendió a poco más de 965 mil millones de pesos, con todo y que anual y puntualmente los mexicanos, a quienes nadie consultó, no han dejado de pagar por el “regalito” de Ernesto Zedillo.
Las rebanadas del pastel
Cínico entre los cínicos, el Borolas dice “no recordar un precedente, al menos cercano, de un apagón registrado como el que ocurrió el lunes” pasado. Bueno, tendría que revisar los periódicos de octubre de 2009, cuando menos, para “recordar” los severos apagones que provocó su alocada decisión de extinguir, de un plumazo y para seguir con la privatización del sector eléctrico, a Luz y Fuerza del Centro. Si se anima a repasar los diarios tal vez se le refresque la memoria.