Un proyecto desarrollado por investigadores pertenecientes al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) identificó que la contaminación ambiental con partículas finas y ultrafinas están asociadas no sólo a afecciones pulmonares, sino también cardiacas, por lo que exponerse a ellos afecta al organismo.
Andrea de Vizcaya Ruiz, investigadora del Departamento de Toxicología y quien encabeza el estudio, explicó que dentro del cuerpo las partículas finas ambientales (de menos de 2.5 micras) aumentan los procesos de estrés oxidante y de inflamación en tejidos, los cuales se relacionan con el desarrollo de algunas enfermedades; una de ellas, las citocinas inflamatorias, son liberadas por las células afectadas y llegan al torrente sanguíneo, por lo que afectan otros órganos.
La interleucina 6 (IL-6), generalmente elevada en los tejidos pulmonares y en ocasiones también en circulación periférica en individuos expuestos a estos contaminantes, se han asociado junto con otros elementos inflamatorios a procesos como la resistencia a la insulina, aunque todavía no se conocen completamente los mecanismos por los cuales la inflamación conduce a este proceso.
La célula no es capaz de unirse a la insulina por medio de sus receptores o, en ocasiones, cuando lo hace otros procesos celulares detienen su efecto.
José Arturo Jiménez, integrante del equipo de investigación, indicó que aunque la insulina se asocia comúnmente con la glucosa y su regulación, tiene muchas más funciones, como la síntesis de proteínas y control del metabolismo de lípidos, entre otras. “Se ha visto que al no regularse de forma adecuada se puede generar un aumento o acumulación de lípidos en las células y causar daños posteriores”.