Santiago. A unos días de que concluya en Chile el plazo (11 de enero) para inscribir candidaturas a las elecciones de delegados constituyentes, gobernadores, concejales municipales y alcaldes, a realizarse simultáneamente el 11 de abril de 2021, la oposición de centroizquierda carece de aptitud para unir fuerzas y aspirar a derrotar a la derecha –que sí irá unida al próximo ciclo electoral–, arriesgando especialmente quedar lejos de la mayoría de dos tercios necesaria para aprobar un texto constitucional que termine con el neoliberalismo en el país.
La dispersión de la centroizquierda parece concretarse en cuatro listas electorales y podrían llegar hasta seis; a eso habrá que sumarle aquellas que logren armar los independientes: la sociedad civil organizada, gestora y protagonista del alzamiento social del 18 de octubre de 2019, cuya movilización con millones en las calles durante semanas obligó a la élite política a ceder, abriendo el tránsito a terminar con la Constitución del dictador Augusto Pinochet.
Los independientes, que desprecian a los partidos políticos (marcan 2 por ciento de aprobación) y ven en éstos una expresión del abuso, privilegios y corrupción institucionalizada, están empeñados en levantar sus propias candidaturas, en una desesperante carrera contra el tiempo porque deben reunir hasta aquella fecha fatal entre centenares y miles de firmas, dependiendo si son candidaturas unipersonales o van en listas, en cada uno de los 28 distritos electorales del país, según el tamaño de cada uno.
Los partidos se tardaron todo lo que pudieron en aprobar la reducción parcial de los requisitos de entrada a los independientes y lo hicieron hace tres semanas; y si bien bajaron a la mitad las firmas a conseguir, impidieron que las listas de la sociedad civil pudieran hacer pactos electorales entre ellas, algo que las potenciaba enormemente. Han recurrido entonces a ofrecer cupos en sus listas a representantes del mundo civil, con la esperanza de arrastrar votos y así lograr un “lavado de cara”.
Pero hay decenas de nombres que se han apuntado para ir por cuenta propia o en listas desconocidas, la gran mayoría personas de centroizquierda, que si logran concretar sus candidaturas van a dispersar aún más la votación progresista que, pese a ser mayoría electoral, quedaría subrepresentadas en el total de delegados a la Convención Constitucional.
“La experiencia más inmediata del efecto de dispersión de varias listas versus la competencia unitaria de un pacto minoritario, fue la elección de diputados en 2017, en que Chile Vamos (la coalición derechista del presidente Sebastián Piñera) obtuvo 38 por ciento de los votos pero se quedó con 46 por ciento de la representación parlamentaria. Si esto se replica en mayor magnitud, entonces esta minoría podría quedar aún más sobrerrepresentada en 2021, porque en los sistemas proporcionales el pacto que compite en única lista suele beneficiarse en representación y obtiene más escaños a raíz de la división que se produce al frente, en este caso la centro izquierda”, dice Mauricio Morales, académico de la Universidad de Talca.
En las últimas horas proliferan los llamados desesperados a la unidad e incluso los presidentes de los partidos Socialista, Radical y por la Democracia suscribieron una carta llamando a la unidad, ejercicio para el ridículo cuando durante semanas ellos rechazaron de manera implícita y explícita la posibilidad de ir en alianza con el Partido Comunista (PC) –que junto a las nóveles y erráticas fuerzas del Frente Amplio (FA) conforman la lista Chile Digno–, priorizando su pacto con la Democracia Cristiana (DC), furiosamente anticomunista.
Pero “a confesión de parte relevo de pruebas”: en una entrevista publicada el domingo en el diario La Tercera, el presidente de la DC, Fuad Chahin, reconoció que “había una conciencia compartida de que la unidad era un camino imposible, pero nadie se atrevía a decirlo; 18 partidos más los independientes, es imposible que entremos en una única lista”, sentenció.
Mauricio Morales cierra cualquier oportunidad a la unidad de la centroizquierda. “A estas alturas casi no existe opción de una lista única de oposición. Para que eso ocurriera, tendría que contar con el concurso de Humanistas y Ecologistas Verdes, además del FA y del PC. Por tanto, el camino a esa lista única está prácticamente cerrado. Lo que están haciendo los presidentes de partido que insisten en la unidad son manotazos de ahogado. Si hubiese existido voluntad, esto se habría resuelto con mayor antelación. Es mucho más honesto reconocer que no se competirá en una sola lista, a seguir insistiendo en algo sobre lo que no existe consenso ni voluntad política”.
Lucía Dammert, politóloga de la Universidad de Santiago, dice que hay razones estratégicas, ideológicas y electorales que explican la ausencia de unidad. “Existe un mundo de centroizquierda y otro que se autodenomina de izquierda y que buscan diferenciarse. Eso puede traer en algunos casos beneficios electorales pero también otros de largo plazo para remarcar diferencias y probablemente hay negociaciones que impiden una mirada más estratégica de la unidad”.
Además de considerar evidente que hay “una resistencia por parte de la generación que administró los partidos de centroizquierda por muchos años, que se resiste a cambiar”, también hace notar que “lo único claro en toda la oposición es que no hay, salvo el alcalde Daniel Jadue, del PC, una figura electoral que los aglutine”.
En cuanto al destino de los independientes, cree que “individualmente pueden jalar una gran votación, pero es más auspicioso para aquellos que tratarán de ir en cupos de los partidos, que tienen máquinas aceitadas; hay independientes que han sido cabezas de movimientos sociales o de organizaciones de la sociedad civil que pueden tener un impacto mayor, pero no es claro hoy cómo van a jugarse”.
Dammert cree probable un escenario en que la gente concurra en masa a votar independiente como castigo a los partidos y así las listas de independientes recibir un apoyo inusitado, lo cual dependería del contexto al final de la campaña.