Ciudad de México. Debido a la pandemia, la práctica teatral presencial a escala internacional durante 2020 se canceló, se pospuso o se trasladó a las plataformas digitales, lo cual afectó la realización de encuentros teatrales mundiales. En contraste, la emergencia sanitaria permitió apreciar de manera gratuita o a bajo costo el trabajo creativo virtual de compañías reconocidas.
Instituciones culturales de las principales capitales del mundo abrieron sus acervos y rescataron grabaciones de obras de teatro que antes de la pandemia habían sido realizadas con el fin de conservar un registro audiovisual.
Dicho material teatral, sin mencionar los aspectos técnicos, fue puesto en línea, por lo que cualquiera en el mundo con acceso a Internet podía apreciarlo.
De tal manera que fueron incontables las obras de carácter local o nacional que hallaron espacio en línea y por ende lograron alcance mundial.
Ese suceso fue bienvenido por los creadores; sin embargo, también fue motivo de reflexión para el sector teatral y los gestores culturales, responsables de la programación en foros de América Latina.
Ejemplo de ello fue la experiencia de Clemencia Ferreyros, gerente del Centro Cultural Británico, de Lima, Perú, quien participó en un encuentro internacional en junio en torno al mundo digital como alternativa para el teatro.
“Subimos a la red algunas de las obras que fueron grabadas antes de la emergencia sanitaria. Sin embargo, uno de los problemas a los que nos enfrentamos, sobre todo cuando se trató de producciones internacionales, fue el de los derechos de autor.
“Los creadores peruanos cedieron sus derechos con entusiasmo y generosidad, pero autores de otros países nos dijeron que de ninguna manera, que sólo podíamos subir en la red escenas breves.
“Además se enfrentó el reto de que algunas de esas puestas en escena tienen música, de la cual tampoco se cuenta con los derechos, pues hay que negociar con diversas asociaciones, lo que también resultó complejo.”
Audiencias y hábitos de consumo
Otra cuestión que emergió a escala internacional (y nacional) fueron los hábitos de consumo de las audiencias. Algunas autoridades culturales de América Latina presumieron tener altos porcentajes de espectadores en sus contenidos en línea; sin embargo, en el mencionado encuentro internacional de gestores culturales de América Latina, Pamela López Rodríguez, directora de programación y audiencias del Centro de las Artes y Cultura Gabriela Mistral, en Santiago de Chile, refirió que la verdadera cuestión fue saber cuántas personas permanecieron en línea viendo los contenidos.
“Porque una cosa es registrar cuántas personas hacen clic y otra es cuántos usuarios permanecen viendo todo el contenido, sobre todo en medio de la pandemia, cuando una obra de teatro en línea compite con plataformas y redes sociales como Facebook, Twitter, Netflix o Amazon.”
La digitalización es un medio, no la solución del problema de fondo de los creadores, consideró López Rodríguez. “En estos momentos lo digital beneficia a esas grandes industrias culturales, cuya agenda no se centra en el arte teatral presencial, sino en el consumo y la masificación. Sin embargo, habrá que ver a futuro si es posible propiciar un mercado para las artes escénicas, tanto en el mundo digital como en el presencial”.
Con 40 años de trayectoria, una de las compañías más activas en el terreno digital fue la catalana La Fura dels Baus.
De manera presencial, La Fura dels Baus todavía presentó en una plaza al aire libre la propuesta escénica Nueva normalidad. Posteriormente, en un formato virtual articuló, entre otras obras, La maldición de la corona, inspirada en Macbeth, de William Shakespeare, y La tempestad, también del dramaturgo inglés, que, con asesoría de algunos de sus miembros, se estrenó en México con integrantes de la Compañía Nacional de Teatro.
Otra propuesta a la que se pudo acceder en línea fue la del grupo holandés National Interdisciplinary Theatre Ensemble, que estrenó la obra Antes/Después, cuyo debut presencial, como ocurrió a otros colectivos, tuvo que ser diferido a formato digital debido a la irrupción de la pandemia.
Antes de la contingencia y el confinamiento, el trabajo audiovisual del Teatro Nacional de Londres (NTL, por sus siglas en inglés) ya era reconocido en el mundo por su excelente manufactura.
En México, el Lunario del Auditorio Nacional fue el espacio donde se pudieron apreciar sus obras. La NTL fue una de las agrupaciones que ofrecieron de manera gratuita en línea obras como One Man, Two Guvnors (Un hombre, dos patrones), versión de Richard Bean basada en El criado de dos amos, de Carlo Goldoni; Jane Eyre, inspirada en la clásica obra de Charlotte Brönte, considerada una de las primeras novelas feministas, y La isla del tesoro, del escritor escocés Robert Louis Stevenson.
Con la pandemia, la icónica agrupación internacional Circo del Sol fue quizá la más dañada, ya que tuvo que declararse en quiebra con una deuda, según se dijo, de 900 millones de dólares, además de que despidió a unas 3 mil 840 personas; es decir, 95 por ciento de sus trabajadores, “antes de afrontar un plan de restructuración”.
El 11 de marzo, a raíz del coronavirus, la compañía canadiense suspendió los 44 espectáculos que se presentaban alrededor del mundo, hasta que el 29 de junio finalmente se declaró en quiebra.
Especialistas explicaron que la quiebra no fue motivada por la pandemia, sino que la contingencia sanitaria fue la gota que rebasó el vaso, ya que la organización venía arrastrando una deuda de unos 900 millones de dólares.
Su restructuración requiere de una combinación de capital privado de Estados Unidos, China y Canadá. A través de sus redes sociales, el Circo del Sol anunció: “Muy pronto los focos volverán a iluminar el escenario y el sonido de los calurosos aplausos volverá a resonar –no sólo desde la sala de la casa, sino también desde el escenario–, porque al unísono celebraremos este gran regreso, ¡juntos! Y al igual que el Sol sale cada día, el Circo del Sol volverá ¡más brillante que nunca!”.