Niveles y formas de consumo de todos los tipos de energía se explican por estructuras económicas –sectoriales y regionales–, bases tecnológicas, métodos de producción, transporte, comercialización y consumo de bienes y servicios. Por ello, para evaluar la matriz energética y reconocer mejorías posibles, es esencial identificar lo que acontece con los productos finales y las formas de energía requeridas. Y lo que está detrás. Sectorial y regionalmente.
Asimismo, “imaginar” su posible evolución, los hábitos sociales y políticas públicas a proponer en la promoción y respaldo de máximos y óptimos en eficiencia, limpieza, renovabilidad y bienestar social. Y al menor costo.
Sí, es preciso identificar características y condiciones de la transición hacia una matriz energética “superior”, en todos estos órdenes.
Al pensar en esto –y gracias a una gentil invitación de dos sólidos investigadores nacionales– asistí a una conferencia en línea (“webinar”) de la Sociedad Hispanoamericana de Análisis Input-Output (SAIO, http://www.shaio.es/).
Miriam Valdés Ibarra y Alejandro Dávila Flores, del Centro de Investigaciones Socioeconómicas de la Universidad Autónoma de Coahuila (CISE-UA de C), ofrecieron resultados de un sólido trabajo. Costos económicos del cierre de las actividades “no esenciales” por la pandemia de Covid-19. ¿El objetivo?, cuantificar impactos económicos del cierre de actividades “no esenciales” como parte de la estrategia gubernamental para mitigar la pandemia por Covid-19 en México. ¿El método?, modelos multisectoriales, construidos con matrices de contabilidad social.
¿Fuente de datos? Matriz doméstica de insumo producto de la economía mexicana a precios básicos, producto por producto, apertura a rama de actividad económica del Inegi.
Con todo, nítidamente muestran el comportamiento de 33 actividades productivas y cuatro agentes institucionales: empresas, gobierno, sector externo y hogares por decil de ingreso. Y desagregan los nacionales en siete mesorregiones y 32 entidades federativas. ¡Notable y oportuna investigación!
¿Conclusiones? Cinco esenciales:1) Fuertes caídas en variables fundamentales: en valor bruto de la producción 8.6 por ciento; en PIB 7, y 7.9 por ciento en el per cápita; en ingreso disponible 6.5, y 7.4 por ciento en el per cápita; en consumo privado de 6.4, y 7.3 por ciento en el per cápita. 2) Descensos drásticos en siete ramas: construcción (14 por ciento); petroquímica, plástico y hule (entre 8 y 9 por ciento); maquinaria, equipo y accesorios en general (13 por ciento); equipo de transporte (más de 15 por ciento); comercio al menudeo (del orden de 5 por ciento); servicios inmobiliarios (caída superior a 8 por ciento). 3) Deterioro más severo en tres regiones: noroeste, noreste y altiplano centro-norte del país, por presencia de ramas de mayor deterioro, de fuerte perfil exportador. 4) Severa retracción del empleo, con mayores efectos en ramas de mayor uso intensivo de mano de obra, como construcción, comercio al menudeo, servicios de apoyo a negocios y en regiones de alta influencia de estas actividades.
Concluyen con una sugerencia: revisar el significado de “esencial y no esencial”. Y con una compleja expresión: disminuye la desigualdad, pero a costa del deterioro del ingreso. Por baja directa en ingreso y empleo. Tremendo resultado de esta notable investigación. Hay que reflexionarla. Y discutirla. Vale la pena. De veras.