Ciudad de México. La enfermera María Irene Ramírez, de 56 años, pasará a la historia. La mañana del 24 de diciembre fue la primera mexicana en recibir la vacuna contra el Covid-19. Y no sólo eso, la primera habitante de América Latina en hacerlo.
Por 10 meses ha estado en “la línea de fuego”, brindando atención a miles de infectados en el hospital Rubén Leñero de la Ciudad de México, donde es jefa de enfermería. Ha sido un proceso agotador, por las extenuantes cargas de trabajo, e incierto, ante el riesgo de un posible contagio.
Ha testificado bajas de compañeros que duelen, y mucho, pero lo más reconfortante, dijo en entrevista, ha sido salvar muchas vidas.
El azar la convirtió en la protagonista del acto oficial con el que se dio inicio al proceso de vacunación entre los trabajadores de la salud, que se efectuó en una de las explanadas del Hospital General de México (HGM) Dr. Eduardo Liceaga, encabezado por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell; por la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y la directora del nosocomio, Guadalupe Guerrero, el cual se transmitió en directo hasta la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador.
María Irene, quien casualmente fue elegida como la primera para recibir la vacuna, se sentó delante de los funcionarios y ante cientos de observadores que no querían perder detalle de ese “primer paso” en la nueva lucha contra el Covid-19; algunos incluso se asomaban desde los pisos altos del hospital y las cámaras de los representantes de los medios apuntaron hacia ella.
–¿Cómo se siente? –le preguntó el doctor López-Gatell.
–Un poco nerviosa, pero feliz. Éste es el mejor regalo que pude recibir en 2020. Ahora estaré con más seguridad y bríos para seguir al frente en esta guerra contra un enemigo invisible. Sí, tenemos miedo, pero debemos seguir adelante, estoy dispuesta a seguir en la línea de fuego.
Desde las seis de la mañana, cientos de trabajadores de la salud que combaten el Covid-19, incluidos los de las fuerzas armadas, se presentaron en el HGM para recibir la vacuna de la farmacéutica Pfizer, que fue la primera en llegar al país y se aplica en dos dosis (la segunda la recibirán en 21 días).
Adanely Muciño, del Centro de Salud Navidad, en Cuajimalpa, calificó este día de “histórico”, pues el biológico brindará más confianza y seguridad al personal de salud para trabajar con cientos de pacientes. “Es una oportunidad para combatir la pandemia, porque hoy ya no tenemos espacio en los hospitales”.
El doctor Fernando Molinar, de 70 años, jefe de terapia intensiva del Hospital Rubén Leñero, pudo haberse jubilado hace 10 meses. Sin embargo, su vocación lo llevó a no claudicar y ser parte del escuadrón contra el Covid-19.
Fue el segundo en recibir la vacuna. Aseveró que el personal de salud trabajaba con temor ante un inminente contagio. “Hemos vivido con mucho miedo, pero hoy tenemos una esperanza de salir adelante”.
Al final, la enfermera y el doctor eran los más buscados por los medios. Juntos ofrecieron algunas declaraciones a reporteros y camarógrafos, quienes en busca del mejor ángulo o audio se olvidaron de la sana distancia.
De inmediato, Molinar reaccionó. “Guarden su distancia. La vacuna no es el fin de la epidemia”, dijo alejándose un poco del grupo, para continuar: “Cualquiera aquí puede ser positivo asintomático y está contaminando al resto. Ustedes, que dan las noticias, ayuden a poner el ejemplo al resto de la ciudadanía. Esto que están haciendo (aglomerarse) es un riesgo”.