Nueva York. Donald Trump detonó el caos una vez más en Washington al amenazar con frenar el proyecto de ley de asistencia económica de emergencia negociado por sus propios funcionarios y aliados legislativos, y emitió un veto contra un proyecto de ley para financiar al Pentágono, mientras anunció otra ronda de indultos a operadores políticos leales y uno para el padre de su yerno.
Sorprendiendo al liderazgo de su partido en el Congreso, como a varios de sus propios asesores, Trump difundió un video grabado secretamente en la Casa Blanca la noche del martes criticando y amenazando con descarrilar el paquete de rescate económico de casi 900 mil millones de dólares negociado por su secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y que sus asesores aseguraron sería promulgado en ley.
Más aún, esa iniciativa de ley está vinculada al presupuesto del gobierno federal aprobado ya por el Congreso y que, si no es promulgada en ley por el presidente antes de la medianoche del próximo lunes, podría implicar la clausura de las operaciones del gobierno federal en plena pandemia.
Nadie en Washington esperaba esta jugada. En el video, Trump califica de “desgracia” el proyecto de ley bipartidista sobre el estímulo económico que incluye una extensión de asistencia de desempleo y apoyo directo a ciudadanos mediante un pago directo ya aprobado por ambas cámaras. Trump criticó que los 600 dólares en asistencia directa a ciudadanos no es suficiente, proponiendo que se incremente a 2 mil, escandalizando al liderazgo republicano que se opone a esa cifra, que de hecho fue promovida anteriormente por liberales demócratas, sobre todo Bernie Sanders.
O sea, Trump estaba atacando a su propia gente y algunos observadores se preguntaban si era una revancha contra el líder del Senado, el republicano Mitch McConnnell, y otros que han dejado de apoyar su esfuerzo para subvertir la elección y han reconocido al demócrata Joe Biden como presidente electo.
Ahora los demócratas, quienes señalaron de inmediato que estaban más que dispuestos a elevar el apoyo al nivel deseado por el presidente, están gozando con el espectáculo del enfrentamiento entre el presidente y sus legisladores republicanos.
A la vez, Trump emitió un veto del proyecto de ley de casi 740 mil millones para financiar el Departamento de Defensa, la primera vez en 60 años que eso ocurre. El consenso bipartidista del que goza este proyecto de ley podría llevar a la primera vez en que el Congreso anule el veto al votar con una mayoría de por lo menos dos tercios para aprobarlo.
Trump veta presupuesto de defensa
— DW Español (@dw_espanol) December 24, 2020
El presidente de EE.UU., Donald Trump, vetó la ley del presupuesto anual para defensa que había sido aprobada por el Congreso. /ps pic.twitter.com/ctxxTSFRla
Trump había mantenido un perfil muy bajo desde que fue derrotado en la elección del 3 de noviembre, casi invisible en público y sólo comunicándose mediante enfurecidos tuits sobre lo que, insiste, fue un fraude y buscando subvertir el resultado. El viernes había sostenido una reunión en la Casa Blanca con algunos de sus asesores más leales (entre ellos una abogada que ha afirmado que el supuesto fraude fue parte de un complot venezolano organizado nada menos que por Hugo Chávez) para discutir la posibilidad de proclamar una ley marcial, entre otras cosas.
No había mostrado ningún interés en las negociaciones sobre estos proyectos legislativos ni en la pandemia que ha llegado a sus peores niveles matando a un promedio de 3 mil estadunidenses cada día. Pero en las últimas 48 horas amenazó de repente con descarrilar todo. Con ello logró una vez más su objetivo constante: estar en el centro de la atención. Y después de provocar este caos político en Washington, se fue de ahí para pasar la Navidad en su exclusivo club de Mar-a-Lago, en Florida.
Ahora nadie sabe cómo se resolverá esta disputa, y hay prisa, ya que el gobierno podría tener que suspender operaciones la próxima semana si no se aprueba el presupuesto global, mientras millones de estadunidenses afectados por la peor crisis económica desde la Gran Depresión ya han esperado meses por un segundo paquete de apoyo económico para enfrentar el desempleo, desalojos por no poder pagar rentas o hipotecas (se calcula que unos 40 millones están en peligro de perder sus hogares), y hasta hambre.
El caos desatado por el presidente y su comportamiento errático, y sobre todo su amenaza de realizar algún tipo de autogolpe de Estado –incluido el uso de fuerza militar– para mantenerse en el poder, sigue nutriendo la especulación en Washington sobre si Trump ya está delirando, o si todo es parte de su reality show para mantenerse en el centro de atención y preparar el terreno para su pospresidencia como líder de una oposición nacionalista derechista.
Como han observado varios analistas, Trump aún tiene casi un mes para generar más caos, antes de ser desalojado de la Casa Blanca el 20 de enero (si es que no hay autogolpe).
Y por si todo esto no fuera suficiente, el presidente anunció una nueva serie de indultos y perdones a un elenco de operadores leales que habían violado leyes y cometido delitos graves en servicio a Trump o a sus familiares. En la lista de otros 26 indultados y/o conmutados, están Paul Manafort, su jefe de campaña en 2016, y su asesor y amigo personal Roger Stone, ambos implicados en las investigaciones del fiscal especial Robert Mueller sobre la colusión con Moscú.
También está Charles Kushner, el padre del asesor presidencial Jared Kushner y también esposo de su hija Ivanka, quien en 2004 se declaró culpable de 16 cargos de evasión de impuestos, un intento de venganza (contra un cuñado a quien videograbó con una prostituta para enviárselo a su hermana) y mentir a autoridades federales y que cumplió dos años de cárcel en 2006. El caso contra Kushner fue encabezado por el entonces fiscal federal Chris Christie, quien después fue gobernador de Nueva Jersey y aliado de Trump.
El futuro
Por su parte, fuerzas progresistas están debatiendo y desarrollando diversas estrategias para el futuro después de Trump, y cómo lograr presionar al nuevo gobierno de Joe Biden no sólo para cumplir con sus promesas moderadas de “un retorno a la normalidad”, sino abordar los temas claves de la injusticia económica, el racismo sistémico, el cambio climático, inmigración y derechos y libertades civiles, entre otras cuestiones.
Ese debate y el despliegue de nuevas fuerzas políticas progresistas definirán en gran medida el inicio de la era pos-Trump y lo que ofrece algo de esperanza al concluir 2020.