En el libro Anécdotas de un proceso: La danza de los cisnes, la bailarina y coreógrafa Cecilia Appleton comparte la conexión artística y de la vida con los procesos internos de creación. Se trata de la mirada femenina y su forma de conectarse con el quehacer artístico.
La fundadora de la compañía Contradanza dice que el baile tiene que mostrar mucho de su quehacer íntimo y generar mayor comunicación con nuevos públicos, así como desafiar las fronteras del cuerpo para dar a conocer los saberes profundos e inimaginables por los que transita la práctica dancística.
El ejemplar, señala, no habla sólo de coreografías, hay una postura de la creadora que se cuestiona “cosas no solamente del arte, también de lo que implica ser artista, y tener un hijo que se dedica al arte y trabaja con él. Es un libro de vida y de mucha humanidad”.
Anécdotas de un proceso: La danza de los cisnes conecta con esos rasgos del quehacer artístico entre seres humanos y en un colectivo, explica en entrevista la coreógrafa.
Para escribir este texto, Appleton recurrió a su experiencia, a su percepción de las conductas y detonaciones personales y en colectividad, además de apoyarse en el pensamiento de diversos autores como Didier Anzieu, Clarissa Pinkola y María Zambrano.
“He mencionado varias veces que Clarissa Pinkola ha estado muy cercana por sus ideas y la manera de relatarlas; en el caso de la obra La danza de los cisnes está muy marcado su pensamiento, es una autora que me gusta mucho, en su trabajo crea un puente entre el alma del ser y la conexión de la realidad. Todo el tiempo está tocando ese punto.”
Cada capítulo del libro proviene de una sugerencia del cuerpo, ya que a través de él ingresa a otros planteamientos creativos.
“El cuerpo me reveló que así como se expresa dancísticamente, también se pueden contar relatos, analizar contenidos, poner en palabras lo que había sentido y descifrar las experiencias de quienes cruzaron los umbrales creativos de esta coreografía”, comenta.
Otro tema abordado por la coreógrafa es la conexión de conflictos e incertidumbre en esa aventura que implica crear una obra, como es la trama, las operaciones en la construcción, el relato como una búsqueda de su presencia, las inspiraciones y la complicidad de miradas para construirla.
Appleton se refiere de manera especial al capítulo Internarme en el relato, “como búsqueda de mi presencia, porque los pasos de la coreografía los conectó con símbolos, con arquetipos, además le permitió mostrar la importancia que tiene cada personaje en la pieza.
“El personaje del hombre no puede tocar a las mujeres porque no sabe amarlas, el personaje de su sombra, el alter ego del hombre, se presenta sólo en la oscuridad y en los sueños y los va llevando a un viaje donde el hombre se empieza a conectar pero al mismo tiempo espantar.
“Y las mujeres, cada una de ellas, está representando una situación muy distinta. Creo que muchas veces nos hemos preguntado si hemos hecho lo correcto en la vida y por qué siento eso.”
La danza de los cisnes inició su montaje coreográfico en agosto de 2011 y su primera temporada se realizó en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario de la UNAM, posteriormente se presentó en el teatro Benito Juárez, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, en el Teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes y finalmente en 2013 la coreografía se interpretó en el máximo recinto cultural del país, el Palacio de Bellas Artes.