Bruselas. Las negociaciones sobre un acuerdo comercial pos-Brexit entre Reino Unido y la Unión Europea (UE) proseguirán hoy, tras el complicado pulso mantenido el fin de semana sobre los derechos de pesca, que bloquea cualquier perspectiva de un acuerdo, a 11 días de la salida definitiva.
“Las negociaciones siguen siendo difíciles y subsisten importantes diferencias. Seguimos explorando todas las pistas para llegar a un acuerdo”, comentó anoche una fuente británica, mientras una europea confirmó que se espera que las discusiones continúen este lunes, señal de que en este largo pulso nadie se dispone a arrojar la toalla primero, para no cargar con la pesada responsabilidad de un fracaso.
La fecha límite del Parlamento europeo, que esperaba un texto antes del domingo a medianoche, será rebasada, sin sorpresa, como tantas otras en la saga del Brexit.
El objetivo de los eurodiputados era disponer de un tiempo mínimo para examinar y ratificar un hipotético tratado y que pueda entrar en vigor el 1º de enero.
Un pacto alcanzado in extremis podría entrar en vigor de forma provisional, opción con la que parece que están de acuerdo los países miembros, con una ratificación posterior del Parlamento Europeo. Pero según varias fuentes, tal escenario sólo es técnicamente posible si se alcanza un compromiso antes de Navidad, sin el cual una ruptura sin acuerdo parece, al menos por unos días, inevitable.
El negociador británico, David Frost, y su homólogo europeo, Michel Barnier, mantuvieron ayer un nuevo encuentro.
“Respetamos la soberanía del Reino Unido. Y esperamos lo mismo” por su parte, subrayó en un tuit el negociador europeo, al señalar que se trata de un “momento crucial” de las negociaciones.
Se tiene que llegar a un compromiso antes de que Reino Unido –que dejó el bloque de manera oficial el 31 de enero– salga del mercado único europeo el 31 de diciembre a las 23 horas (local).
Sin un tratado de libre comercio, las relaciones entre ambas partes se regirán por las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), escenario de consecuencias económicas imprevisibles que conlleva aranceles y cuotas.
Los europeos supeditan el acceso sin derechos de aduana ni cuotas a su inmenso mercado, a un acuerdo respecto de la cuestión pesquera. Se trata de un tema clave para los británicos, puesto que la UE es su principal socio comercial.
Para varios países europeos, como Francia y Holanda, la pesca tiene gran importancia política y social, pese a que representa un peso económico pequeño.
Del lado británico, el control de sus aguas simboliza la recuperación de la soberanía gracias al Brexit.
En el centro del debate están los 650 millones de euros (800 millones de dólares) en pesca capturados cada año por las flotas europeas en aguas británicas, y la duración del periodo que permitiría a los pescadores europeos adaptarse a las nuevas condiciones. Para los británicos, los productos de pesca en aguas europeas representan alrededor de 110 millones de euros (135 millones de dólares).
Bruselas propondría renunciar a cerca de 20 por ciento de los 650 millones de euros en un periodo de siete años. Los británicos reivindican 60 por ciento en un plazo de adaptación de tres años, según fuentes europeas.
Sobre otras cuestiones que bloqueaban las negociaciones –normas de competición y el futuro mecanismo de solución de controversias–, las posiciones se han ido acercando en esta semana.
La UE exige garantías de Londres para proteger a su mercado de una economía británica sin regulación que no respetaría normas medioambientales, sociales, fiscales o su estricto régimen de ayudas públicas.